LO QUE SU MUJER JAMÁS PERDONÓ A TOSCANINI (MICRORRELATO)

 

(Copyright Andrés Fornells)
Arturo Toscanini fue además de uno de los más grandes directores de orquesta, un símbolo del antifascismo. Ayudó a muchos músicos a escapar de la persecución  que sufrían y también de los campos de concentración.
Dentro de su profesión era perfeccionista hasta el extremo de que, en los ensayos, a los profesionales de la orquesta y a los cantantes los abroncaba llegando, a menudo, al extremo de insultarles de mala manera.
Sobre él, salvo insignificantes críticas, volcaron cataratas de elogios merecidísimos, pues poseía una presencia imperiosa, una notable dignidad, una memoria fabulosa, amplísima experiencia, temperamento intenso, sabiduría serena y talento infinito.
Dueño de una voluntad y vocación admirables se retiró a los 87 años de edad.
Pero, aparte de a él, fue mucha la gente que admiró a Carla, su extraordinaria mujer. Carla fue para Arturo Toscanini: compañera, madre, secretaria, amiga devota, admiradora fanática, sabia consejera y una diplomática pacificadora de sus furibundos litigios.
Ella permaneció a su lado más de cincuenta años. Y aunque tuvo sobrados motivos para haberle abandonado, solo lo abandonó al morir ella dejándole, según el gran compositor diría: una profunda sensación de vacío que nada en el mundo llenaría ya.
Arturo Toscanini le fue infiel a Carla, su esposa, innumerables veces. Se sentía inevitablemente atraído por cualquier mujer guapa que pasaba por su lado.
Pero una cosa que empequeñeció sobremanera la figura de este ilustre genio de la música fue que, a su maravillosa y fiel esposa, él que había enviado miles de cartas de amor a otras mujeres que había conocido y amado más o menos intensamente, jamás pidió perdón a Carla por sus infidelidades y, por inconcebible que parezca, tampoco le dijo jamás que la amaba.

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