El hombre triste había sufrido en su vida un solo desengaño amoroso, pero este desengaño lo había herido tan profundamente que había renunciado a acercarse a las mujeres, para que ninguna otra pudiese volver a hacerle daño. Un día festivo de otoño, el hombre triste tomó asiento en el banco
Cuando las hogueras del deseo, la pasión y el amor se descuidan, éstas se apagan y prende con arrolladora fuerza la hoguera de la infidelidad. Por haberse equivocado al escoger pareja, Laura y Germán llevaban tanto tiempo siendo desdichados, que tenían perdida toda esperanza de conocer la felicidad. Cuando la
Maira González acababa de escuchar en las noticias de su televisor una noticia que la hizo dar, en el sofá donde se hallaba sentada, un salto de alegría tan elevado que a punto estuvo de chocar su cabeza en el techo. Estando todavía en el aire, y antes de caer
Alejandro y Rocío se habían casado por amor. Ambos trabajaban. Su categoría laboral era la de obreros de una gran multinacional, una de esas enormes empresas en las que quienes la hacen prosperar no conocen ni a los dirigentes principales ni a los accionistas que se enriquecen con su esfuerzo