LEYENDA AZTECA (VIAJES)
Romeos y Julietas parece que han existido desde que el mundo es mundo. Cuenta una leyenda azteca, que Iztaccíhuatl una princesa bellísima, se enamoró locamente de un valiente guerrero llamado Popocatépetl. Este guerrero tuvo que irse a la guerra y la princesa esperó, sufriente y fiel su regreso rechazando a cuantos pretendientes le surgieron. Pero un fatídico día la princesa Iztaccíhuatl recibió la terrible noticia de que su amado Popocatépetl había muerto en una batalla.
La princesa lloró y lloró amargamente durante varios días y varias noches hasta que finalmente murió de tristeza. Y muy poco tiempo más tarde Popocatépetl regresó triunfante de la guerra, pues la noticia dada a la princesa Iztaccíhuatl fue falsa, ya que el héroe muerto había sido otro guerrero que guardaba cierto parecido con Popocatépetl.
Al encontrarse Popocatépetl a su nada recién fallecida, enloquecido por el dolor, cogió el cuerpo de su adorada Iztaccíhuatl, se la llevó a lo más alto de una montaña, la tendió en el suelo y después de contemplarla durante mucho tiempo y vaciado por ella todas las lágrimas que aún contenía su corazón, caminó hacia la boca del humeante volcán y con el cuerpo de su amada bien abrazado se arrojó al fondo de él.
La nieve del invierno cubrió la montaña y dejó, allí donde ella había estado tendida, formada para siempre la figura de la princesa Iztaccíhuatl. Desde entonces el volcán Popocatépetl arroja fumarolas de tristeza, y por eso Iztaccíhuatl quiere decir en lengua náhuatl (cuya escritura mezclaba pictogramas, ideogramas y signos fonéticos) mujer dormida y Popocatépetl significa montaña que humea.
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