LAILA TENÍA OJOS COLOR DE MAR (RELATO)

LAILA TENÍA OJOS COLOR DE MAR (RELATO)

LAILA TENÍA OJOS COLOR DE MAR

(Copyright Andrés Fornells)

Nunca había salido yo con una chica que tuviera los ojos azules. Laila los tenía de ese fascinante color.

Laila, además de poseer esos ojos preciosos, era bonita, inteligente y divertida. Lo pasábamos de maravilla juntos. Mis amigos me envidiaban. A mí me engrandecía que me envidiaran. Yo contaba, por aquel entonces, con tres características muy poderosas que actuaban en mi contra: era demasiado joven, demasiado soñador y demasiado inexperto en la valoración de los sentimientos.

Trascurridas varias semanas de idílica relación entre nosotros, un día, Laila, mostrando gran seriedad, como si se tratara de un asunto trascendental quiso saber con qué intenciones salía yo con ella.

Yo fui entonces cobarde y sincero, una mala combinación de actitudes cuando se reúnen en momentos trascendentales de la vida de uno, como lo fue aquel.

Le respondí que salía con ella porque me gustaba su persona, me gustaba su modo de ser, me gustaban sus ojos azules, me gustaban sus besos y que, en el futuro, no sabía si ella me seguiría gustando.

A Laila le decepcionó mi respuesta tanto como si cada palabra mía hubiese sido una bofetada afrentosa. Sus preciosos ojos se llenaron de lágrimas, dio rápida media vuelta y se alejó presurosa de mí. Yo quedé estúpidamente paralizado, sin haber entendido qué le había ocurrido. Laila jamás quiso volver a salir conmigo.

Yo conocía tan poco sobre los más bellos sentimientos humanos, sobre el amor en especial, que acepté su decisión considerando que me olvidaría de ella en un par de días. Había multitud de chicas con los ojos azules, y los ojos de otros colores, guapas, simpáticas y divertidas.

Tardé un año en darme cuenta de que Laila era única, y que no encontraría jamás otra chica tan valiosa como ella.

Y me sigue resultando imposible olvidar sus ojos porque vivo cerca del mar y porque me gusta mirar al cielo, y ambos me recuerdan todo el tiempo el color que tenían los ojos de Laila.

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