“LA VERDAD” SOBRE CIERTOS HECHOS OCURRIDO EN EL PARAÍSO TERRENAL (RELATO)
Desmintiendo lo que nos han contado los interesados en tergiversar la historia de los hechos más importantes ocurridos en nuestro mundo, aclaro que el buen Dios, después de seis días de exhaustivo trabajo, descansó el séptimo y, el octavo, sintiéndose de nuevo lleno de energía y granas de hacer cosas nuevas extraordinarias dijo:
—¡Hoy crearé lo más hermoso de todo lo creado por mí hasta ahora!
Y ese octavo día el bueno y generosísimo Dios creo a la mujer y dijo:
—¡Por fin me ha salido, después de tanto esfuerzo realizado, una auténtica obra maestra!
Transcurrieron los días y la primera mujer de la Creación descubrió que haciendo siempre lo mismo: comer manzanas y hablar con los animales la aburría muchísimo, se quejó al buen Dios:
—Me aburro terriblemente, buen Dios, repitiendo siempre lo mismo. Necesito un poco de diversión. Dámela, Tú que eres omnipotente.
—Vale, Eva. ¿Qué crees tú que te divertiría?
—Pues he estado pensado en un ser parecido a mí, al que yo pudiera dominar a mi antojo por tener yo una cosa que él no tenga, pero desee desesperadamente tener esa cosa mía durante el tiempo que yo decida.
—Vale, déjame pensarlo.
El buen Dios lo pensó y, pasado un corto periodo de tiempo le trajo a Eva un hombre y, a partir de entonces, ella tuvo un esclavo que le servía de diversión; un esclavo que ansiaba disfrutar de lo que ella tenía y que ella le permitía tener cuando a ella le venía de capricho, y no siempre, ni tan frecuentmente como lo deseaba él.
Un día, tras bastante tiempo de no aparecer por el Paraíso, el buen Dios, visitó a la pareja de humanos y encontró al hombre mirando embelesado los encantos corporales que Eva poseía, y, advirtiendo que ella tenía el ceño fruncido le preguntó:
—¿Qué te pasa ahora, querida Eva, que pareces contrariada?
—Pues me pasa, Todopoderoso Creador, que me cansé de ir desnuda.
—Vale, dime qué nuevo capricho se te ha ocurrido —paciente y condescendiente el Ser Supremo.
—Ningún capricho mío tengo en este momento, pero voy a pedirte un favor. Dile a la serpiente que no me muerda. Ella dice que me muerde porque me tiene cariño y que no quiere hacerme daño, pero la verdad es que sí me lo hace: tengo todo el trasero dolorido y lleno de hematomas.
El buen Dios mostrando una actitud severa se acercó a la serpiente y la amenazó con lo siguiente:
—Como se te ocurre morder otra vez a mi encantadora Evita, te despellejo.
Eva, al escuchar esto, sonrió encantada. El buen Dios acababa de procurarle una idea estupenda. Y en cuanto el Sumo Hacedor se alejó, ella se dirigió a Adán que la miraba pensando en el placer de tumbarla sobre la hierba y hacerle cositas ricas, y le dijo:
—Adán, despelleja inmediatamente a la serpiente o conmigo no te comes tú una sola rosca más.
—Pero si la serpiente nos hace compañía todo el tiempo y además nos ahorra subirnos a los árboles a por los frutos que están muy altos, porque ella los alcanza para nosotros —defendió el primer hombre del mundo.
—Sí, nos hace compañía y nos alcanza los frutos altos, pero a mí me tiene el trasero tan dolorido de los mordiscos que me da, que no puedo ya ni sentarme.
—Es la forma que tiene de demostrarte el cariño que te tiene —se resistió todavía él.
—Muy bien, no la despellejes. Pero de ahora en adelante te acostarás con la serpiente porque a mi lado yo no te quiero más, por desconsidera y desobediente.
Adán era capaz de hacer sacrificios, como el de no haber comido todavía ninguna manzana prohibida, pero renunciar a las irresistibles protuberancias y concavidades de la bellísima mujer que con él compartía el Paraíso, por nada del mundo lo haría.
—Está bien. Te saldrás una vez más con la tuya.
Adán fue inmediatamente a donde estaba la serpiente, dormida en aquel momento y en plena digestión de un enorme conejo que se había tragado minutos antes, y clavándole su cuchillo la abrió de arriba abajo dejándola sin vida. El conejo, que estaba medio asfixiado pero vivo todavía, le demostró enorme agradecimiento:
—Infinitas gracias, Adán, por salvarme la vida. Pregonaré por todas partes la buena persona que eres.
Eva muy satisfecha con la obediencia que Adán le había demostrado, le dio una nueva orden:
—Quítale el pellejo a la serpiente y ponlo a secar al sol.
Adán la obedeció inmediatamente y cuando terminó le pidió suplicante:
—Ahora que ya terminé de hacer todo lo que me has pedido, ¿podemos darnos un buen revolcón sobre la hierba?
—Otro día, que hoy me duele mucho la cabeza —rechazó ella que disfrutaba practicando el sadismo.
Desilusionado, Adán buscó el desahogo que buscan los hombres que no tienen mujer o que teniéndola, ella es también sufridora de inoportunas jaquecas.
Cuando la piel de la enorme serpiente estuvo bien seca, Eva, que era muy mañosa, con esa piel se hizo un bolso, unos zapatos, un bikini y un frutero para poner manzanas dentro.
Y a partir de este hecho, llevan ya siglos las serpientes siendo sacrificadas en beneficio de la bolsería, sastrería y zapatería.
Y la mayoría de los que se enriquecen con estas industrias ignoran quien fue la primera creadora de ellas.
MORALEJA: La ignorancia de la historia no redime al ignorante, sino que lo ridiculiza por su lamentable falta de conocimientos históricos.
(Copyright Andrés Fornells)