LA PESCADERA Y EL DIRECTOR DE BANCO (MICRORRELATO)

LA PESCADERA Y EL DIRECTOR DE BANCO
(Copyright Andrés Fornells)
Francisca Giménez inauguró su tercera pescadería en la ciudad. Invitó a este evento a sus mejores clientes, familiares y amigos. Entre los asistentes a este acto industrial se hallaba el director del banco donde ella guardaba la mayor parte de sus ingresos. Este señor encorbatado, algo salido de panza con manos bien cuidadas y huérfanas de callos, pues su misión principal consistía en dirigir a quienes trabajaban duramente para él, animado por las tres copas de champán que llevaba bebidas aprovechó un momento en que la pescadera y él no tenían a nadie cerca para comentarle en plan jocoso:
—Señora Francisca, algunas de las veces que he visitado su tienda principal he observado que acostumbra usted contar con los dedos. ¿No se fía usted de las calculadoras?
Ella sonrió socarronamente, se rascó la cabeza con un bolígrafo de propaganda y manifestó:
—La verdad es que las calculadoras no las considero útiles para mí. Siempre he contado con los dedos y me ha ido muy bien así.
—¿Y no cree usted que le iría mejor si dominase las matemáticas, digamos, de un modo más moderno? —empleado un tono irónico el banquero.
—Pues no, no lo creo. Mi hermano es profesor de cálculo, y finalmente ha salido del paro empleándose como dependiente en una tienda de recambios de coche. Sería yo muy tonta si corriese el riesgo de cambiar lo que siempre me ha resultado tan bien, por lo que desconozco.
El director de banco guardó silencio y no sacó de su bolsillo la calculadora que traía, con la intención de regalársela, pues temió que ella pudiese interpretarlo como ofensa y decidiese guardar sus importantes ganancias en otra entidad bancaria que no fuese la suya.

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