LA FLAUTA MÁGICA FUE UNA ATRACCIÓN TURÍSTICA (RELATO)

LA FLAUTA MÁGICA FUE UNA ATRACCIÓN TURÍSTICA (RELATO)

LA FLAUTA MÁGICA FUE UNA ATRACCIÓN TURÍSTICA

Hubo una vez un pueblecito llamado Miserias. Los habitantes de este municipio no tenían otro medio de subsistir que trabajar las tierras que les pertenecían. Pero para infortunio suyo estas tierras eran tan malas que no les procuraban los alimentos suficientes y todos ellos pasaban hambre.

Un día quiso la suerte de que camino de una convención de magos, se detuviese en Miserias el mago Merlín. Este mago tenía sed, y el dueño de la única posada que allí había le dio una jarra de agua. Hablaron posadero y mago, y el primero le contó al segundo la enorme pobreza en la que vivían y le preguntó si podría prestarle alguna ayuda.

—Si pudiese convertir nuestras miserables tierras en tierras fértiles, todos nosotros saldríamos de la pobreza.

—Buen hombre, me está pidiendo algo que mis limitados poderes no pueden hacer.

—Ay, acaba de dejarme usted sin la única esperanza que yo tenía —se lamentó su interlocutor.

El mago Merlín, compadecido, le dijo:

—Dígame aparte de convertir en fértiles sus tierras que no puedo hacerlo, alguna otra cosa que también podría favorecerles.

—Verá usted, señor mago; Rominia, el pueblo que tenemos aquí al lado está prosperando mucho gracias a unas ruinas romanas que tienen. Estas ruinas atraen a muchos turistas que gastan su dinero en ese pueblo: comiendo, alojándose allí y comprando souvenirs que ellos fabrican.

—Lo siento, buen hombre, pero yo no soy capaz de construir unas ruinas romanas antiguas.

—Qué pena tan grande siento —manifestó entre sollozos, el mesonero—. Había depositado tantas esperanzas en usted.

El mago Merlín se quedó mirando compasivamente al mesonero, mientras se esforzaban en pensar algo que pudiera servirles de ayuda a los paupérrimos habitantes de Miserias. Lo único que se le ocurrió como posible fue algo que le pareció tan descabellado que sintió hasta reparo al exponerlo:

—¿Cree usted que podría servir de atractivo turístico que yo les regalase una flauta que colgada de ese gran algarrobo que tienen en el centro de la plaza mayor tocase para la gente que se acercase a unos dos metros de ella?

El mesonero sorprendido por esta posibilidad quedó pensativo un momento. Imaginó el asombro que causaría un hecho tan extraordinario. Los medios de comunicación hablarían de este fenómeno. El pueblo de Miserias, el único pueblo en el mundo que tenía una flauta que tocaba sola. Mucha gente querría ver de cerca un hecho tan extraordinario como increíble.

—Eso de la flauta podría funcionar. Con probarlo, nada perdemos.

—Bien, pues tráigame una caña del río.

—No se mueva usted de aquí, voy a buscarla y traérsela enseguida —el hospedero salió corriendo con un cuchillo en su mano.

Tardó muy poco tiempo en estar de vuelta con un buen puñado de cañas de diferente tamaño. El mago escogió la más gruesa de todas ellas explicando:

—Cuando mayor es una caña, mayor será el sonido que dará.

Con el mismo cuchillo que había empleado el dueño de aquella ruinosa posada, el mago, con rapidez y maestría creo una flauta con siete agujeros, por ser este el número de notas musicales naturales que existen.

Tardó menos de un cuarto de hora en terminar su obra.

—Bien, aquí tiene —dijo entregándosela.

—¿Ya está terminada? —y cogiéndola su interlocutor comentó falto de fe—. No suena.

—Cuélguela en el algarrobo y en cuanto reciba la caricia del aire la flauta sonará.

Así lo hizo el hombre. Se separó unos pasos del árbol y enseguida la flauta toco una melodía tan bella que embelesaba los oídos que la escuchaban.

El hospedero, exultante de felicidad agradeció al mago el prodigio realizado y, contento de verlo tan contento, el hombre que sabía realizar algunos prodigios reanudo su camino y como había calculado bien, llegó al simposio de magos a la hora y la fecha que había sido convocado.

En cuanto los medios de difusión extendieron la noticia del prodigio que tenían en el pueblo de Miserias, éste se llenó de periodistas y de turistas. A quienes mas maravillo el prodigio de la flauta fue a los niños que la escuchaban alelados. ¡Eran tan bellas, tan subyugadoras sus melodías!

Miserias y sus gentes comenzaron a prosperar. Vendían a muy buen precio los productos que ellos creaban y también los que tenían que comprar porque ellos no los tenían. Y de los souvenirs, el que más vendían eran flautas de caña que había de soplar para que sonaran, pero que por llevar el nombre del pueblo, los visitantes las compraban.

Se convirtió en tan próspero este pueblo que todos sus habitantes se acostaban con el hambre saciada y algunos comenzaban a conocer la maravilla de amasar una pequeña fortuna.

Pero un aciago día, dos niños forasteros, tan traviesos como curiosos, subieron al algarrobo, descolgaron la flauta, la rompieron con una piedra con la intención de ver el duendecillo que estaban seguros la tocaba desde dentro de ella y, con esta travesura hundieron al pueblo de Miserias en la ruina de nuevo, pues la flauta reparada con cinta aislante nunca más volvió a sonar.

Read more