JUAN MANGUTA, SUS SOCIOS Y "EL HOGUERA" (RELATO NEGRO)

JUAN MANGUTA, SUS SOCIOS Y "EL HOGUERA" (RELATO NEGRO)

Juan Manguta llegó a un privilegiado municipio costero igual que la vergonzosa Eva se mostraba delante del Creador, con una mano delante y otra mano detrás. Pero a diferencia de nuestra primera madre, Juan Manguta no conocía la vergüenza, ni tenía escrúpulos ni albergaba conciencia alguna en su cara de cemento armado ni en su cuerpo chaparro, tetudo y barrigón.

Juan Manguta se ganó, con su falta de escrúpulos, osadía y maldad la interesadísima estima de los grandes especuladores, quienes confiando en su fidelidad, sumisión y servilismos le concedieron un cargo de la máxima importancia: gestionar todo el urbanismo del paraíso turístico donde ellos mandaban y les permitía ir ganando, a velocidad de vértigo, montañas de dinero.

Y para conseguir que triunfaran sus inicuos, escandalosos, ruines intereses, a Juan Manguta le permitieron que se saltara a la torera todas las leyes. Una de las leyes que se saltó y que fue de las más fructíferas económicamente fue la ley del suelo. No tuvieron que pedírselo encarecidamente, porque eso entraba ya dentro de sus astutos y principales planes.

Imposible encontrar mejor negocio que un buen número de parcelas de terreno, céntricas, de las que se apoderó sin que le costaran un solo céntimo. Lo principal que le pidieron encarecidamente quienes mandaban sobre él, fue no respetar ninguna de las leyes del suelo, tarea muy sencilla para alguien que con extraordinarios chanchullos e ilegalidades había reunido una considerable fortuna y una infalible banda de corruptos colaboradores a los que hizo ricos también.

Aparte de lo anterior, Juan Manguta logró de quienes podían hacerlo, convertir grandes superficies de terrenos no edificables, adquiridos por casi nada o ilegalmente expoliados a sus propietarios, en terrenos edificables pasándose por alto dejar un solo centímetro para las obligadas zonas verdes.

Durante años Juan Manguta consiguió corromper a cuantos podían perjudicarle, pagando defensores corruptos, retrasando pleitos y anulando pruebas con triquiñuelas falsamente legales.

Un día apareció, milagrosamente, un juez con su conciencia y sus manos limpias que, acusándole de varios enormes delitos consiguió colocarlo en el banquillo de los acusados.

En vísperas de su finalmente comparecencia delante de un tribunal, un pirómano llamado el Hoguera incendió el juzgado, la casa del juez, la casa del fiscal y las casas de los dos abogados de la acusación.

El resultado de todos estos incendios fue la absolución de Juan Manguta por falta de pruebas.

Y Juan Manguta siguió haciendo de las suyas, enriqueciéndose y consiguiendo que también se enriquecieran sus amigos y familiares, que lo adoraban, pues para ellos era su dios prodigioso.

Cuando no quedó ya ningún bosque por quemar, el Hoguera dejó de comprar productos inflamables y se hizo hotelero, gracias al hotel de cinco estrellas que le regaló Juan Manguta por los buenísimos servicios que le había prestado.

Fue transcurriendo el tiempo y los que todavía creían en la justicia humana se desesperaron viendo como Juan Manguta gozaba de sus riquezas y su impunidad. Y muchos de ellos fueron muriendo acompañados de la desesperanza, la amargura y la frustración.

MORALEJA: Por motivos parecidos a los aquí expuestos las religiones sobreviven al paso del tiempo, pues cuando la justicia de los hombres no funciona, solo queda confiar en la justicia divina.

(Copyright Andrés Fornells)