ELLA ERA SUBLIMEMENTE SENSIBLE (Microrrelatos)
ELLA ERA SUBLIMEMENTE SENSIBLE
Agripina era muy romántica; extremadamente romántica. Rompió con Aniceto por una frase que éste dijo una tarde al terminar ambos de hacer el amor en el pajar del tío Ruperto; frase que a ella le resultó insoportablemente prosaica y ofensiva:
—Jope, tía, esto que tú y yo acabamos de practicar con nuestros escondidos cacharritos del placer es el mejor deporte del mundo. ¡Qué gustazo! No querría yo hacer otra cosa que esa, durante todo el día y toda la noche.
Agripina, con el ceño fruncido y la indignación brillando en su negra mirada sentenció:
—¡No quiero volverte a ver nunca más, grosero!
—¿Pero qué he hecho yo? —Aniceto desconcertado, sin comprender su reacción cuando él acababa de mostrarse fino y hasta poético.
Ella recogió las bragas que al quitárselas apresuradamente habían aterrizado encima de una vieja cesta de mimbre, se las puso, se bajó la falda, se quitó, diligente, las pajas pegadas a sus ropas, metidas en su pelo, y a continuación, con pasos rápidos y enérgicos salió por la destartalada puerta dispuesta a cumplir la decisión que había tomado de no realizar ningún coito más con el basto de Aniceto. Ella era una auténtica señorita y relacionarse con aquel cabrero patán la rebajaba.
—Por Dios, ¿cómo he podido caer tan bajo? —murmuró momentáneamente saciada y arrepentida.