EL CURANDERO DEL LORO
EL CURANDERO DEL LORO
Visité en Extremadura a un curandero que atendía por Diego. Este sanador poseía un loro
al que llamaba Sebastián —en memoria de su difunto padre—. Este curioso animal,
te saludaba cuando entrabas en el cuartucho-consulta, con una frase muy
bien intencionada: La paz sea contigo, hermano. El Curandero del Loro,
como le llamaba todo el mundo, me colocó en su sitio un hombro
que tenía la mala costumbre de salírseme cada vez que
le daba la gama. Eso ocurrió quince años atrás, y
el hombro colocado por él nunca más se me
ha vuelto a salir del sitio. Gracias,
desde aquí, Diego el del Loro
si es que todavía
sigues vivo.