EL CORAZÓN DE LA TIERRA (MICRORRELATO)

EL CORAZÓN DE LA TIERRA (MICRORRELATO)

Una noche, dormido, tuve un sueño espantoso. Me hallaba solo en mitad de un terreno yermo, rodeado de esqueletos de arbustos y árboles resecos, blanquecinos. Miré en todas direcciones y todo cuanto alcanzó mi vista estaba igual de desolado, muerto.

Una profunda, aniquiladora tristeza se adueñó de mí. En un arranque de desesperación grité:

—¿Qué te han hecho fertilísimo, esplendoroso, maravilloso mundo en el que yo nací?
De repente, una parte de la estéril tierra que tenía a corta distancia de mí se abrió y de su interior surgió un enorme corazón. Y mi sombro no tuvo parangón al escuchar que del centro de aquella increíble, aterradora aparición surgía una voz tristísima, doliente, que decía:
—Soy el corazón de la tierra. Me han ensuciado, envenenando y matando. ¿Puedes tú ayudarme a resucitar?
—No creo que pueda. Yo valgo muy poco —logré balbucir, impotente—. Tus asesinos no comprenden, ni conocen la piedad. Por mi parte, lo único que puedo hacer es pedirte perdón en mi nombre y sentir una pena y una vergüenza infinita por pertenecer al género humano.

—Si quieres hacer algo por mí, riégame con tus lágrimas.

Mi afán de ayudarla motivó que yo comenzara a llorar con todo mi corazón y, ¡oh, maravilla! allí donde caían mis lágrimas comenzaron a brotar hierba, flores, arbustos, árboles…
Este hecho extraordinario tuvo unas terribles consecuencias para mí, pues al tiempo que la tierra se convertía de nuevo en un vergel yo me iba empequeñeciendo, empequeñeciendo hasta terminar convertido en una diminuta, insignificante semilla.

Y entonces desperté y sentí alivio y también una gran responsabilidad. Salí al patio de mi casa en donde no crecía nada y empecé a llorar con todo mi sentimiento, pero donde caían mis lágrimas no surgía la vida. No surgía nada. Y me quedó el descorazonador reconocimiento de que yo podía obrar milagros únicamente en mis sueños.

(Copyright Andrés Fornells)