EL CASO DEL TINTERO Y LA PLUMA (RELATO)

EL CASO DEL TINTERO Y LA PLUMA (RELATO)

Gerónimo Persiana no entendía la razón por la cual, la bella Merche Palacios lo había dejado a pesar de los caros regalos que él le hacía continuamente. Contó a Isidro Tinaja, su mejor amigo, este hecho que le resultaba tan inexplicable como doloroso. Después de escucharle con afectuosa atención, Isidro Tinaja le entregó una tarjeta con un nombre y una dirección
—Toma. Visita a esta pitonisa y ella te desvelará la causa por la que Merche Palacios te ha dejado a pesar de los generosos regalos que le hacías todo el tiempo.
Gerónimo Persiana consiguió una cita con la cartomántica. Esta mujer treintañera, de muy buen ver, ostentosamente enjoyada, lo recibió con una encantadora sonrisa, una minifalda cortísima y una blusa semitransparente con tres botones desabrochados, voluptuoso conjunto donde se anclaron los ojos de su consultante igual que si él fuese, en vez de hombre, barquichuela al pairo.
—Dime qué puedo hacer por ti, hermoso —ofreció ella una vez estuvieron sentados frente a frente.
Con cierto tartamudeo, gozando su mirada de los notables encantos de la echadora de cartas, Gerónimo Persiana le expuso su deseo de saber por qué su novia, a la que había colmado de regalos caros y concedido todos los caprichos, sin omitir ni uno solo, había roto con él sin haber querido darle ningún tipo de explicaciones.
Maruja Tachuela, la vidente, lo observó con ojos apreciativos, cogió un mazo de cartas, las barajó con admirable maestría y colocó siete de ellas boca arriba. A continuación, durante un par de minutos las estudió con el máximo interés. Luego le comunicó cariñosamente, como si él fuese un ser querido en vez de un cliente desconocido:
—Bien metafóricamente te diré lo que las cartas me dicen sobre el motivo por el cual te ha dejado tu novia. Tu novia consideraba que ella tenía demasiado tintero para la poca pluma tuya.
Gerardo Persiana entendió enseguida la metáfora y se puso colorado como un hierro candente. Bajó humillado su cabeza y dijo con un hilo de voz:
—¿Qué le debo?
—Cien euros por la consulta y doscientos por la dirección del cirujano que puede solucionar el problema que tú tienes.
Tres meses más tarde, Gerónimo Persiana se había echado de novia a Maruja Tachuela que no necesitaba echarle las cartas para averiguar porque él era inmensamente feliz con ella.

Gerónimo Persiana era inmensamente feliz con Maruja Tachuela, porque ella tenía memorizado el Kamasutra y se lo iba enseñando a él en un par de sesiones diarias, resultando él ser un alumno inmejorable.