EL AMOR Y YO NO SOMOS BUENOS AMIGOS (REFLEXIÓN)

EL AMOR Y YO NO SOMOS BUENOS AMIGOS (REFLEXIÓN)

En mi modesta opinión el amor está sobrevalorado y elogiado en exceso. Y no debiera ser así. No se merece tanto. Por lo menos desde mi punto de vista experto.

Si lo estudiamos a fondo descubrimos que se trata de un forastero extremadamente maleducado y entrometido.

Reparemos en que llega a nuestra vida sin llamar a la puerta, sin anunciarse, sin saludar y, cuando le da la real gana se marcha, a menudo, sin tomarse la molestia, de darnos explicaciones, ni tener la cortesía de decir adiós, ni tampoco disculparse por habernos roto el corazón.

Supongo que no es fácil impedirle la entrada, pero sí podríamos evitar que nos destroce nuestro órgano más valioso cuando se marcha, no haciéndole, mientras le tenemos con nosotros, el apasionado y ciego caso que le hacemos y que nos deja como el guerrero que se presenta sin armas frente a un poderosísimo enemigo que se ha disfrazado de dulce corderito.

Por eso yo, precavido, he colocado en la puerta de mi casa la siguiente advertencia:

Señor Amor, antes de entrar en mi vida límpiese en el felpudo cualquier tipo de malos y viciosos sentimientos que lleve puestos, y si no tiene intención de hacerlo así, haga usted el favor de ni tan siquiera llamar a mi puerta y pase de largo en buena hora.

Hasta el día de hoy, no me ha hecho caso alguno, pero como suelen decir los optimistas: La esperanza es lo último que se pierde.

(Copyright Andrés Fornells)