DOS AMIGOS BEBIENDO EN UN BAR (MICRORRELATO)

Alfredo era un mujeriego. Por el contrario, Roberto era tímido y romántico. Alfredo iba de una mujer a otra, igual que las abejas van de flor en flor. Roberto solo había sido capaz de amar a una sola mujer, en toda la vida, la suya,  y creeía haber encontrado en ella reciprocidad. 
Alfredo y Roberto eran  buenos amigos. Se reunían algunas noches, a la salida de sus respectivas oficinas, en un bar. Allí solían tomar unas copas y charlar. Una de esas noches, en que se hallaban ambos en el establecimiento habitual, Alfredo contó a su amigo lo muy contrariado que se sentía, porque estaba rondando a una joven que le gustaba muchísimo, y ella no le hacía el menor caso.
—Por su causa estoy sufriendo lo indecible. ¿Has conocido tú, alguna vez, el tormento que padece un hombre cuando recibe el continuo rechazo de una mujer a la que desea con todas sus fuerzas?
Roberto le resopondió con otra pregunta:
–¿Conoces tú las ganas que yo siento de cortarle el cuello al tipo que está molestando continuamente a la decente de mi mujer, y que ella no quiere decirme su nombre?
–No te creía tan violento –Alfredo palideciendo ostensiblemente–. ¿Crees tú que tu mujer terminará diciendotelo?
–Seguramente. Al final lo hará. Lo ha hecho otras veces. ¿Quieres ver mi cuchillo? Lo llevo en el bolsillo
–No, no; que soy muy impresionable.
Alfredo se terminó la cerveza. Dijo haber recordado debía, sin falta, realizar cierto encargo urgente. A la mujer de Roberto nunca más se acercó Alfredo.

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