CUESTIÓN DE PRECIO (MICRORRELATO)

CUESTIÓN DE PRECIO
Ella estaba sentada en la barra de un bar. Era rubia y muy hermosa. Los hombres la miraban como perros famélicos. Ella mostraba en sus labios carnosos una mueca de altanería y desdén que los mantenía a raya. Todos la veían tan inalcanzable como la misma luna.
Entró el hombre más rico del pueblo. Los que trabajaban para él agacharon la cabeza en demostración de humildad y respeto. Él hombre acaudalado caminó hasta la barra con el paso firme y seguro que le procuraba su elevada posición social y económica.
La mujer bellísima fue la única de todos los presentes que le sostuvo la mirada arrogante. El potentado la recorrió entera con mirada especulativa, evaluativa, lujuriosa y le preguntó con voz de hombre avezado en los negocios:
—¿Todo lo que tienes es tuyo?
—Y tuyo para un rato si tienes para pagarlo —desafiante, buena negociadora ella.
—Tengo para pagarlo —dijo él esbozando una sonrisa de triunfador.
—Pues no se hable más —concluyo ella levantándose del taburete y siguiendo al hombre rico como si fuese una reina que sabe lo que vale como mercancía y lo va a recibir.
Todos los que, en aquel momento se hallaban en el establecimiento los pusieron a ambos, con la voz baja y vigilando cobardemente la puerta por donde se habían ido los dos, como los trapos sucios.

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