COMPRA-VENTA ENTRE VECINAS (MICRORRELATO)

COMPRA-VENTA ENTRE VECINAS (MICRORRELATO)

Dos mujeres jóvenes, que se conocen por vivir ambas en el mismo inmueble, se encuentran en unas rebajas. Se han saludado algunas veces, pero nunca han mantenido una conversación. Llevan sendas bolsas que contienen el par de prendas que cada una de ellas han adquirido. La más sociable de estas féminas dice a la otra:

—Si disponer de tiempo me gustaría invitarte a tomar algo y charlar un poco contigo. Vivimos en el mismo edificio y nunca hemos tenido una charla amistosa.

—Ciertamente es así. Cerca del final de esta calle hay una cafetería. Podemos ir allí.

Llegan al establecimiento mencionado, toman asiento en su terraza y por ser ya cerca del mediodía piden una copa de vino y una tapa.

Mientras esperan ser servidas hablas de las prendas adquiridas casi a la mitad del precio que tenían antes de ser rebajadas.

Llegan los servicios pedidos, chocan las copas y se desean salud.

—Tienes un marido guapísimo —comenta una de las jóvenes—. Os he visto algunas veces juntos. Despertáis envidia.
—Te gusta mi marido, ¿eh? —sin molestarse la envidiada.
—Me gusta a rabiar --con sincero descaro.
—¿Tienes diez dólares encima?
—Los tengo —extrañada la envidiosa.
—Dámelos y yo te daré, a cambio, algo que tú acabas de decir te gusta.

Pensando que se trata de una broma, su interlocutora abre su bolso, saca un billete de diez dólares y se lo entrega.
—Aquí tienes.
—Perfecto —la otra guardándoselo—. Ve a por mi marido, acabo de vendértelo. Lo encontrarás en los billares que tenemos en la calle nuestra.
Incrédula la otra joven.

—Estás bromeando.

—No. Te hablo muy en serio.

La seriedad con que ha sido hecha esta afirmación desconcierta a la envidiosa.
—¿De veras puedo quedarme con tu marido?
—Sí, y puedes quedártelo para siempre. Acabo de vendértelo. Él estará muy contento. Siempre dice de ti que estás muy hermosa.

--Oh, nunca lo habría sospecha, Aunque es muy cierto que me mira con mucho interés cuando me ve por la calle.

--Pues ve inmediatamente a por él. No pierdas tiempo.

La envidiosa se marcha inmediatamente. Se da tanta prisa que no se termina la consumición.
Transcurrido un mes, la joven envidiosa que se había quedado con el marido de la otra, vino en su busca, toda ojerosa, amargada y, mostrando gran arrepentimiento, le pidió:
—Devuélveme los diez dólares y yo te devuelvo el marido.
—De eso nada, monada. Carga con él ya que deseabas tanto tenerlo. Recuerda aquel juego de nuestra niñez: “Santa Rita, rita, rita, rita, lo que se da ya no se quita”.

—Es que no lo quiero más porque vive a mis expensas. Se pasa todo el día en los billares y no sirve para nada --con lágrimas en los ojos.

—Aprende y aprovecha la buena y barata lección que te he dado. Cuando alguien te vende algo barato desconfía, puede ser mercancía averiada. Disfrútalo, cuando tenga ganas de ti o necesite dinero, pues verás lo cariñoso que puede ser.
Moraleja: Cuando alguien te venda alguna cosa muy barata de precio, seguro que se trata de mercancía mala.
(Copyright Andrés Fornells)