CANTABA CARLOS GARDEL Y YO BAILABA CON UN GATO DE ESCAYOLA(MICRORRELATO)

Hoy, con el corazón roto y mi alma de luto, me encuentro escuchando al inmortal Carlos Gradel:
“Cuantas veces tiritando los dos junto a la vidriera me decías suspirando: Ay, amor si vos pudieras…”
También tú me pediste, Lorenza, los dos situados delante de la cartelera que anunciaba una gala musical:
—Ay, amor, si juntásemos la platita que tú llevas, con la no platita que llevo yo, yo podría asistir a este concierto de Enrique Iglesias. ¡Muero de ganas! Por favor, compláceme.
—Tú no llevas platita ninguna, y si acudes a ese concierto con la platita mía, yo me quedaré un mes sin fumar —te contesté yo.
—¿Mi felicidad no vale ese pequeñísimo sacrificio tuyo, amor?
Yo extravié la mirada en tus bonitos, amados y suplicantes ojos llorosos, y no solo deseé darte mi platita, sino darte además también mi alma entera.
Y tú, pebeta, feliz y contenta, entraste en el estadio a ver y aplaudir, embelesada, al famoso cantante Enrique Iglesias. Y yo, en la puerta, pasando muchísimo frío, esperé tu regreso. Esperé en vano. Nunca saliste por aquella puerta en la que habíamos quedado. Saliste por otra puerta donde no me encontraba yo. Y saliste del brazo de Pedrito Gómez que era más feo que un pecado triple, pero poseía un maravilloso Porsche y una cartera a juego con su lujoso coche.
Nunca más me dijiste: si vos pudieras. Tu otario tenía platita para poder sepultarme si su generosidad así se lo hubiese decidido.
Yo, por mi parte, envuelto con mi pobreza, me consolé bailando tangos con un gato de escayola, que encontré en Corrientes 348, Segundo Piso ascensor.
Yo me apiadé de ese gato que estaba solo, porque yo conozco la piedad. La piedad es algo que tú desconoces, pebeta. Pero si al final del camino, el ricachón que ahora tienes te deja tirada en la cuneta, yo no podré recogerte porque habré encontrado ya a otra hermosa y fiel compañera de baile.
En este mundo traidor lo que unos tiran, otros lo aprovechan.
Aparte de esto, nada es eterno, ni siquiera el sol que dentro de unos miles de años se apagará como si fuese una insignificante colilla cualquiera.
“Verás que todo es mentira
Verás que nada es amor
Que al mundo nada le importa
Yira, yira
Aunque te quiebre la vida
Aunque te muerda un dolor
No esperes nunca una ayuda
Ni una mano, ni un favor”
(Copyright Andrés Fornells)