PAELLA PARA DOS (MICRORRELATO)
Un hombre se hallaba detenido delante de la pizarra que un restaurante tenía en el exterior, a la derecha de su puerta de entrada leyendo lo que ponía. Una mujer se detuvo a su lado y se puso a leer también.
El hombre se volvió hacia ella y le dijo con naturalidad:
—¿Ha visto usted esto? Paella para dos 25 euros. Parrillada para dos 30 euros. Ambas cosas me gustaría comer, pero no lo permiten. Son ofertas para dos.
Ella lo examinó con interés y, pronto una sonrisa embelleció su cara.
—También a mi me gusta la paella y la parrillada, y no me importaría compartirlas con usted.
—¿Vamos pues? —propuso él, devolviéndole la sonrisa.
—¡Quién dijo miedo! —aceptó ella.
Ocuparon una de las tres mesas que había libres en el comedor. Quedaron frente a frente. Mostraron su nerviosismo evitando mirarse a los ojos. Apareció el camarero junto a ellos. Ofreció el hombre que acababa de conocer a la mujer:
—¿Paella o parrillada?
—¿Paella? —sugirió ella en tono interrogante.
—Paella para dos —encargó él al empleado.
Para cuando el servidor del restaurante apareció con la paella, los dos desconocidos se habían dicho sus nombres y se tuteaban. Depositó la pellera en el centro de la mesa.
Camilo, bromeando, dijo al camarero:
—Repártala usted, y así evitará que nosotros dos nos peleemos.
—Dos no se pelean si uno de ellos así lo quiere —respondió Noemi, bromeando también.
El empleado, risueño, llenó sus platos con el contenido de la paellera pensando de ellos: “Sin duda parece una pareja muy bien avenida”.
No se equivocó en su prematuro juicio. A partir de aquel almuerzo juntos, durante el cual desnudaron ambos su alma, entre sonrisas y miradas de genuino interés, Camilo y Noemi terminaron decidiendo vivir juntos y fueron felices comiendo paellas y muchísimas otras cosas.
Moraleja: La felicidad podemos encontrarla con solo que le ayudamos un poquito a entrar en nuestras vidas.