A ROSITA, SU MAMÁ NO TERMINÓ DE CONTARLE UN CUENTO (MICRORRELATO)

 

 

 

 

 

 

 

 

(Copyright Andrés Fornells)

A Rosita, al igual que les ocurre a la gran mayoría de los niños, le gustaba una vez acostada, que su madre le contase un cuento sobre cualquier cosa que se le ocurriese. Su madre tomaba asiento a un lado de la cama y repetían la misma escena.
—Mamá, cuéntame un cuento en el que yo tengo un caballo.
—De acuerdo, caprichosa. Bien, presta atención: Hubo una vez una niña llamada Rosita que tenía un deseo, un deseo más grande que todos cuantos deseos había tenido hasta entonces. Y ese deseo era tener un poni para poder pasear montada en él. Un día, a esa niña llamada Rosita la visitó un hada llamada Esmeralda, y Rosita le pidió  consiguiese un poni para ella. Y se lo pidió así: “Por favor, hada Esmeralda, regálame un poni y, en adelante seré la niña más aplicada, hacendosa y obediente del mundo entero”. Y el hada Esmeralda, le dedicó una de sus bondadosas sonrisas y le  contestó: “De acuerdo, Rosita, como tu deseo es tan grande yo te conseguiré un poni y, espero tú cumplas lo que acabas de…”
La madre de Rosita no siguió inventando más, al ver que su niña se había quedado dormida. Cuál no sería la sorpresa de esta madre, al encontrarse a la mañana siguiente, en el jardín de su pequeña casita adosada a un caballito poni con un pergamino enrollado al cuello que ponía: “Para la niña Rosita, de parte del hada Esmeralda. El poni se llama Pegasito”.
A partir de este prodigioso suceso, no solo Rosita creyó en la existencia de las hadas, sino que también lo hizo su madre.
Y colorín colorado…