DIA MUNDIAL CONTRA EL CÁNCER INFANTIL "EL PIRATA INFORMÁTICO OJO DE ORO" (MICRORRELATO))


EL PIRATA INFORMÁTICO OJO DE ORO
(Copyright Andrés Fornells)
Santi tenía ocho años y poseía dos cualidades que no gustaban por igual a sus padres: la bondad y la cabezonería. La primera complacía a sus progenitores, mientras, la segunda, los ponía de los nervios.
—Porfa —pidió Santi mientras almorzaban—, compradme el videojuego “El Pirata Informático Ojo de Oro”. Es lo que más deseo en este mundo. Si me lo compráis renunciaré a la bicicleta que habéis prometido comprarme al final de este curso escolar si continúo sacando tan buenas notas como hasta ahora.
Quienes le habían traído al mundo, Marta y Santiago, fruncieron el ceño, soltaron un bufido de exasperación ante esta demanda que su pertinaz hijo les realizaba por enésima vez aquella misma semana, y repitieron a dúo:
—Cuándo aceptarás que no, significa no, ¿eh? Y mira, como sigas insistiendo, irritándonos, peligrará tu bicicleta de final de curso.
Santi elevó sus ojos al techo del comedor, vio que alrededor de la lámpara había una diminuta telaraña, se mordió los labios y no dijo nada sobre este descubrimiento que acababa de hacer, para no enojar más a sus inamovibles padres.
En cuanto terminó de comer pidió permiso para salir a la plaza a la que solo necesitaba cruzar la calle para estar en ella y practicar con su monopatín.
Se lo concedieron.
Santi entró en su cuarto y, con la ayuda de un cortauñas sacó cuanto contenía su hucha. A continuación, mostrando absoluta naturalidad dijo adiós a sus padres.
—Por mucho cuidado de no caerte y hacerte daño —le recomendaron ambos.
—Lo tendré. Hasta luego —mostrando el chico el aburrimiento con que recibía siempre este tipo de reiterativas recomendaciones.
Su madre que lo conocía muy bien, pues por algo lo había traído al mundo, dijo a su consorte:
—El niño nos oculta algo.
—¿Tu crees? —su marido que conocía bastante menos a su hijo.
—Seguro.
Marta fue a continuación al cuarto del pequeño e inmediatamente lanzó un grito de alarma:
—¡Santiago, ven enseguida!
Santiago acudió y, siguiendo lo que señalaba el indignado índice de su mujer descubrió la hucha de Santi doblada y evidentemente vacía.
—¿Qué crees que significa esto? —dijo intrigada.
—Pues significa que Santi ha cogido el dinero que tenia ahorrado y se ha ido a comprar ese maldito videojuego que tanta desea.
—Pues cuando regrese a casa se va a enterar de lo que vale un peine —amenazador Santiago.
—Y se va a enterar por partida doble —convino su cónyuge.
Dos horas más tarde recibieron una llamada telefónica de la mamá de Gustavito, el mejor amigo de Santi, quién les dio las gracias por la generosidad de Santi pues acababa de regalarle al hijo suyo, que padecía cáncer, el videojuego que tanta ilusión le hacía: El Pirata Informático Ojo de Oro.
Con lágrimas en los ojos, Marta y Santiago esperaron con ansiedad el regreso a casa de su hijo para abrazarle y felicitarle por su generosidad y buen corazón.