UN GRAN AMOR SECRETO (MICRORELATO)

rosas 1

(Copyright Andrés Fornells)

Alex Fernández, regresado de una ausencia de varios años pasados viviendo en un país extranjero, una mañana decidió acercarse al cementerio donde se encontraba enterrada su madre,. Llegado allí descubrió, sorprendido, que dentro de un jarrón habían colocado en su nicho una docena de rosas rojas. Las tocó apreciando que eran naturales y estaban frescas. Considerando el hecho de que no contaban en aquella ciudad con familiares que hubieran podido traerlas, llegó a la posible conclusión de que alguien las hubiese dejado allí equivocadamente.
Pero encontrándose con lo mismo una semana más tarde: una docena de rosas rojas, decidió entonces preguntarle al respecto a uno de los sepultureros que tiraba de una carretilla con macetas dentro. Y este empleado del camposanto le informó:
—Todos los lunes por la mañana trae flores a ese nicho un hombre.
Alex le dio las gracias y el lunes de la semana siguiente permaneció vigilante, cerca del nicho de su madre, y finalmente vio a un anciano de cuerpo encorvado, vestido con ropas humildes que depositar las flores que lo tenían intrigado.
Se acercó a él y tras presentarse como el hijo mayor de la difunta, le preguntó el por qué le llevaba flores a su madre. El desconocido le respondió conmovedoramente sincero, sosteniéndole con valentía la mirada:
—Amé a esta mujer con toda mi alma, pero ella estaba casada.
Sorprendido el joven, mirándole con enojo, le hizo una pregunta que le resultó muy embarazosa:
—¿Y ella..? ¿Ella, mi madre, le correspondió?
Una nube de profunda tristeza se extendió por el macilento y avejentado rostro del anciano.
—Ella nunca supo que yo la amaba. Nunca me atreví a decírselo. Ella era tan hermosa y yo tan poca cosa…
Se llenaron de lágrimas los ojos del hombre viejo. El hombre joven, conmovido, se compadeció de él y en un gesto generoso que le honraba le dijo:
—Vamos a tomar un café juntos, y me lo cuenta todo, buen hombre.
—Sí, me hará feliz que alguien conozca este amor que he guardado secreto toda mi vida.
Los dos hombres echaron a andar el uno al lado del otro hacia la salida. El sol, alargando sus sombras, las unió. Tenían en común haber amado con toda su alma a la misma persona.