MUTUA SEDUCCIÓN (RELATO)

mirada
MUTUA SEDUCCIÓN

(Copyright Andrés Fornells)
Boutique de lujo en pleno centro de la metrópoli. Una joven bella y elegante entra en la misma, se acerca al mostrador y pide a una dependienta de estereotipada sonrisa:
—Deseo comprar un pijama de hombre de la mejor calidad que tengan.
—¿De qué talla lo quiere? —amablemente atenta la vendedora.
La compradora queda por un instante desconcertada, reflexiva. No ha previsto este imprescindible detalle.
En ese momento llega junto al mostrador un apuesto joven y pide a otra dependienta que le atiende:
—Deseo adquirir un pijama de mujer.
La joven indecisa gira hacia él su rubia cabeza y con gran naturalidad le pregunta:
—Perdone, caballero, ¿puede decirme qué talla de pijama usa usted?
Él queda gratamente sorprendido. Recorre con mirada apreciativa la voluptuosa figura de quien acaba de formularle una pregunta tan personal, y responde:
—La talla 42. Ejem. ¿Puede decirme qué talla de pijama necesita usted?
La interpelada sonríe seductoramente y, la complace informándole:
—La talla 36.
—Perfecto. ¿De qué color le gustan los pijamas y de que género?
—El satén me encanta. Es un género que envuelta en él, cada movimiento que hago lo siento como si fuera una suavísima caricia.
Los negrísimos ojos femeninos han adquirido un brillo sensual, el mismo brillo que ha aparecido también en los ojos grises del caballero.
—Perfecto, ya conozco el género. Ahora falta el color. ¿Qué color le gusta? —muy interesado.
—El color áureo me encanta. Hace juego con mis cabellos —coqueta.
—Preciosos cabellos los suyos, por cierto. Adoro a las mujeres rubias —lo ha dicho con voz cargada de pasión.
La joven que acaba de recibir esta directa, apasionada apreciación sonríe de un modo seductor.
Ambos se han olvidado por completo de las dependientas que les observan con total curiosidad. Los dos posibles clientes cambian una mirada encendida. Se produce un leve temblor en los labios de ambos. Su respiración sufre una notable alteración. Han quedado mutuamente fascinados, compartiendo una poderosísima atracción. Él es el primero en hablar, cálida la voz y cálido el brillo de sus hermosos ojos:
—¿De qué color te gustan los pijamas de hombre y de qué género?
—Azules y de seda.
No menos cálidos los bellos ojos de ella ni menos aterciopelada su voz.
Durante un tiempo que, por ser mágico no pueden registrar los prosaicos relojes que controlan las vidas humanas, los dos clientes se observan arrobados. El primero en hablar es el joven que, con abrasante sinceridad, manifiesta:
—Me gustaría dedicar la mitad de mi vida a verte cada noche con un pijama de satén color áureo puesto, y la otra mitad de mi vida dedicarla a quitártelo.
—Y a mí me gustaría dedicar la mitad de mi vida a verte cada noche con un pijama de seda de color azul puesto, y la otra mitad de mi vida dedicarla a quitártelo.
Los dos jóvenes salen de la tienda con ambas prendas compradas y metidas en bolsas, cogidos del brazo y mirándose como si aparte de ellos dos no existiera en el mundo entero nada más digno de verse.
Las dos empleadas de la boutique les siguen con miradas cargadas de envidia, convencidas, tras lo que acaban de presenciar, que en verdad existe el romanticismo y también el amor a primera vista. Y cuando la puerta acristalada se cierra ambas sueltan un suspiro que ensancha sus bustos y llena de ilusión sus corazones.

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