ESCOBA AUTOMÁTICA (MICRORRELATO)

(Copyright Andrés Fornells)
Azucena Flores había dejado de barrer su casa y la acera de la calle. Cuando una vecina le preguntó si no barría más porque se había vuelto holgazana, ella le contestó:
—Holgazana lo he sido toda mi vida, pero ahora con toda justificación. Me han dicho que han inventado una escoba que barre sola y estoy esperando a que las vendan para comprarme una.
—¿Y si tardan diez años en ponerla en venta?
—No me preocupa, paciencia es lo que siempre he tenido de sobra. Fíjate tú si tengo paciencia que desde hace veinte años san Antonio me debe un novio, y me mantiene esperándolo.
Rufino, un barrendero del ayuntamiento comenzó a barrer la acera perteneciente a la vivienda de Azucena Flores. Ella salió un día a verlo y no le dijo gracias, sino que le soltó un sincero elogio:
—Pero que elegancia tiene usted barriendo, caballero. Procura gran placer a los ojos verle hacerlo
—¿Usted cree? —encantado él por sus palabras.
—En mi vida he dicho verdad mayor —aseguró ella.
—¿Quiere que le barra también dentro de su casa? —ofreció Rufino, que llevaba mucho tiempo también pidiendo una novia a san Antonio.
Total, que cuando salgan las escobas automáticas Azucena no piensa comprarse ninguna, pues tiene la seguridad que ninguna poseerá la elegancia de Rufino. Lo que sí compró Azucena, con la colaboración del barrendero Rufino, fue un cirio de cien euros que ambos llevaron a San Antonio por el buen apaño que les había hecho.
Nota: Los que han sido educados laicamente, los descreídos, los irreligiosos no entenderán la belleza de esta historia. ?

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