EL CLÁSICO FLECHAZO (microrrelato)

Eran compañeros de trabajo. Ella nunca hasta entonces lo había mirado a él tan profunda, fija e intensamente a los ojos como en aquel momento, y la consecuencia fue que descubrió su secreto. Descubrió el secreto que él no supo ocultar. Y reconoció totalmente sincera, honesta.
—Yo también te amo, pero a la vez amo a mi marido.
Él no se resignó.
—Oye, ¿y no podrías amarnos al mismo tiempo a los dos?
—Podría, pero si le fuese infiel mi marido moriría de la pena tan grande que sentiría, y yo no soy capaz de cometer lo que sería un crimen.
—¿Y no has pensado que quién se puede morir de pena puedo ser yo? —expuso, suplicante, tramposo.
—Vamos, vamos, intentemos vivir todos y no seamos tan dramáticos —en un arranque de sensatez ella.
Y siendo además de sensata inteligente, ella le presentó a este confeso enamorado una hermana suya que se le parecía mucho. Y acertó plenamente.
Y colorín colorado…