MUCHA MUJER PARA UN SOLO HOMBRE (MICRORRELATO)

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MUCHA MUJER PARA UN SOLO HOMBRE
Merche tenía veinticinco años, había entrado nueva en la asesoría fiscal. Se trataba de una empresa pequeña, pues con ella sumaron tres empleados: Leandra, la directora y dueña de la misma, cercana a la jubilación, y Genaro, un soltero de cuarenta años.
El primer día de su nuevo trabajo, Merche le dedicó a Genaro varias sonrisas altamente seductoras. El segundo día de trabajo Merche repitió las sonrisas y, cuando Genaro a la salida de la oficina ofreció acompañarla hasta su casa, ella aceptó encantada.
Merche se alojaba en un pequeño estudio de veinte metros cuadrados, compuesto de salón-cocina, cuarto de baño y dormitorio. En el dormitorio ella tenía una cama de matrimonio que los dos, después de un ardiente intercambio de besos y caricias, iniciado en la salita de estar, disfrutaron plenamente. .
Las inmediatas consecuencias de este apasionado encuentro sexual fue que Genaro se encaprichó perdidamente de Merche y, la noche siguiente, le pidió repitir la misma placentera experiencia del día anterior.
Merche movió la cabeza en un gesto que mostraba desaprobación y le explicó con absoluta claridad:
—Genaro, ya me tuviste ayer. Esta noche le toca a otro. Feliz descanso te deseo sin mí.
Genaro se disgustó mucho, pero reconoció que en un mundo igualitario, Merche tenía pleno derecho de entregar su cuerpo a quien le viniese en gana. Fue inteligente y respondió:
—Disfruta todo lo que puedas, preciosa. Yo haría lo mismo, en tu lugar.
Su templanza y comprensión obtuvo premio, pues Merche se acostó alguna que otra vez más con él. Y Genaro se consideró afortunado, pues habiendo millones de hombres en la ciudad, que podían ser nuevos para ella, Merche le concedía el privilegio de repetir con él.

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