ATRACO CON FLORES (RELATO NEGRO AMERICANO)
En Nueva York apareció un ladrón de bancos al que llamaron El Atracador de las Flores. Este ladrón era un hombre joven y bien parecido y actuó de la siguiente manera. Se acercó a la ventanilla de la cajera, le enseñó el ramo de flores y le advirtió de que dentro del ramo tenía una pistola con la que la estaba apuntando y que como se hiciese la heroína la cosería a balazos.
Aterrada, la mujer, le entregó todo el dinero que tenía en caja. El atracador le tiró entonces el ramo encima y escapó corriendo.
No lo atraparon. Encargaron la investigación de este caso a la detective Grace Medonni. Grace Medonni era joven, bonita, inteligente y sentimental.
Lo primero que hizo esta excelente detective nada más serle asignado el asunto del atraco, fue interrogar a la cajera que le describió al ladrón de la siguiente manera:
—Creo que era guapo, creo que era joven… Me asuste tanto que se me nubló la vista y si lo tuviese ahora mismo delante de mí no sabría reconocerlo.
—Pues si que va a servirnos de mucha ayuda —entre decepcionada e irónica la investigadora policial—. ¿Conserva el ramo de flores?
—Sí, aquí tiene sacándolo del jarrón con agua donde lo había metido.
La detective Medonni, al tiempo que lo examinaba fue diciendo:
—Crisantemos amarillos, margaritas y gladiolos. ¡Qué estúpido!
Su exclación, hecha en un tono indignado, sorprendió a quienes la oyeron.
El Atracador de las Flores, algunas mañanas más tarde entró en otro banco y realizó el mismo tipo de atraco que la vez anterior. Pero antes de que tuviese tiempo de actuar delante de otra cajera sintió la fuerte presión de una pistola en sus riñones y una voz fría y autoritaria le ordenó:
—¡Suelta las flores y el arma o te coso a balazos!
El atracador, muy asustado, soltó el ramo de flores y el arma.
—Me entrego, me entrego… —añadió con voz temblorosa.
—Date la vuelta.
El ladrón obedeció, y al reconocer que era su novia la que lo estaba apuntando con su arma reglamentaria manifestó:
—¡Tú!
—Sí, yo.
—Me detienes porque con ello cumples tu obligación, ¿verdad?
—Te detengo por eso y por lo estúpido que eres. Solo a un estúpido podía ocurrírsele realizar un atraco con un ramo de flores que lleva la misma combinación de flores que sueles regalarme a mí.
—Me di cuenta de ello más tarde y por eso esta vez he empleado rosas rojas.
En la cárcel tendrás oportunidad de aprender floricultura —con dureza ella—. Date la vuelta, que voy a esposarte.
—¿Me visitarás de vez en cuando en la cárcel? —suplicante él.
—No te visitaré, pero para tu cumpleaños te enviaré un ramo con crisantemos amarillos, margaritas y gladiolos.
Quienes los vieron dirigirse hacia la puerta de salida, al ladrón esposado y a la joven agente detrás empujándolo, observaron, perplejos, que los ojos de los dos vertían lágrimas.
(Copyright Andrés Fornells)