UNA PRIMA MÍA BUSCÓ NOVIO PARA UN RATO (MICRORRELATO)

paquita
UNA PRIMA MÍA BUSCÓ NOVIO PARA UN RATO
Mi prima, Paquita Ramales, tenía muchas ganas de novio. Tantas ganas tenía, que como no le salía ninguno decidió poner en práctica una idea que se le ocurrió una mañana mientras disfrutaba, en la Plaza del Candado de un engordante desayuno de chocolate con churros.
La adversidad que jugaba en contra de Paquita, en este asunto de encontrar novio, consistía en que cuando la naturaleza repartió encantos femeninos, nunca pasó cerca de ella para favorecerla.
En lo profesional sí le iba muy bien a mi prima Paquita. Era muy buena peluquera y un buen número de las clientas que acudían a su peluquería preferían ser atendidas por ella, más que por cualquiera de sus compañeras. A mí me hacía unas permanentes divinas, pues salía de su establecimiento, tan hermoso, que muchas hembras me confundían con David Bisbal y me tiraban besos y alguna que otra bonita prenda interior. Perdón, no es de mí que quiero hablar, hoy, sino de mi prima Paquita.
Un fin de semana, mi prima Paquita decidió poner en marcha esa ocurrencia que tuvo aquella mañana en la Plaza del Candado mientras desayunaba churros con chocolate, y se prendió del pecho un cartelito que ponía: “Busco novio para un rato”.
Sus compañeras, a las que había comunicado lo que pensaba hacer, el lunes cuando mi prima Paquita se incorporó al trabajo quisieron saber cómo le había ido en su osada oferta.
—Magníficamente —aseguró entusiasmada Paquita—. El sábado me salieron doce novios y el domingo diecinueve.
—¿Todos para un rato? —quisieron saber, a coro, con marcado morbo, sus compañeras.
—Todos menos tres que los entretuve en casa hasta esta mañana. Eran tan cariñosos que me dio cosa despacharlos después del ratito inicial.
Todas sus oyentes se mostraron escandalizadas. Dos de ellas, que eran muy beatas, incluso se santiguaron.
—¿Y crees que con alguno de ellos vas a tener una relación duradera? —le preguntó la más envidiosa de las chicas que la rodeaban.
—De ninguna manera. Disfrute al cuerpo me dieron, pero ninguno de ellos me llegó al corazón.
Mi prima Paquita Ramales no encontró en ellas la comprensión ni la benevolencia que esperaba, y es que existe un buen número de mujeres que no celebran el éxito que consiguen otras de su mismo sexo, y fue criticada, escarnecida y vituperada sin piedad.
Todo lo anterior aumentó considerablemente cuando Paquita Ramales contrajo matrimonio con uno de los novios que le había salido que era atlético, guapo, rico y enamorado locamente de ella, demostrando este hecho que la excelentes ideas obtienen grandes posibilidades de éxito.
A nadie contó Paquita Ramales que había obrado como lo hizo siguiendo ese eslogan de reconocidísimo éxito comercial inventado por mí: “El producto que mejor se vende, es aquel que previamente se ha dado a probar al futuro cliente”.

Read more