UNA MUJER PERDIÓ LOS NERVIOS (MICRORRELATO)
Matilde Malota creía tener problemas en el interior de su cabeza. Allí dentro escuchaba ruidos desagradables unas veces, y música embelesante otras. Cuando ocurría lo primero, ella componía una expresión airada, mientras que cuando sucedía lo segundo esbozaba una sonrisa angelical.
Cierta mañana en que Matilde mostraba su sonrisa airada, se le desenroscó el tarro cerebral, y cometió un pececidio. Sacó el pececito que tenía en su pecera, lo limpió, frio y se lo comió.
Cuando al día siguiente ella visitó a su psiquiatra, le contó lo que había hecho con su mascota.
—¿Por qué has hecho eso? —quiso saber el psicoterapeuta.
—Me exasperaba que ese bicho perteneciente al mundo marino se hiciera el sordo cada mañana cuando yo, educada y simpática, le daba los buenos días, y él no tuviera la cortesía de responder.
El profesional de la salud mental le pidió se tendiera en el diván y reposara. Cogió el teléfono e hizo una llamada. Algunos minutos más tarde dos hombres vestidos de blanco se llevaron a Matilde Malota a un lugar donde no encontraría peceras con inocentes pececitos que nunca devolvían los buenos días a quienes se los daban.
(Copyright Andrés Fornells)