UNA LECCIÓN DE MAGNANIMIDAD (MICRORRELATO)

UNA LECCIÓN DE MAGNANIMIDAD (MICRORRELATO)

UNA LECCIÓN DE MAGNANIMIDAD

Un elefante joven lanzó un bramido anunciador de peligro. Los ojos de todos los componentes de la manada buscaron la figura del patriarca. El patriarca, por sus muchos años cumplidos y experiencias acumuladas, conocía los secretos del viento, de la lluvia, del rayo, del trueno, de los enemigos y de la muerte.

Todos le siguieron y, al escuchar el atronador ruido que hacían los pesados pies de los animales que venían hacia él, en masa y al trote, el cazador que era un cobarde, como lo son todos aquellos obran con ventaja, escondidos y traidores, salió corriendo como jamás había corrido en su vida, soltando su rifle para poder hacerlo más rápido.

Los elefantes destrozaron el arma con sus pies y no dejaron de seguirle hasta verlo derrumbarse, exhausto, sin fuerzas.

Entonces el jefe de la manada ordenó regresar al lugar donde habían estado bebiendo. Movía su trompa, satisfecho, le había dado al humano una lección de magnanimidad. Si el humano quería aprenderla o no, era su elección. La grandeza suya, de noble criatura de Dios, había quedado demostrada.