UNA BELLA MUJER RUBIA CON UN GATO BLANCO (RELATO NEGRO AMERICANO)

UNA BELLA MUJER RUBIA CON UN GATO BLANCO (RELATO NEGRO AMERICANO)

Mary Brownson había crecido en una granja. Tenía cuatro hermanos mayores que ella con los que había jugado desde su niñez, a la pelota con ellos, subido a los árboles con ellos y aprendido de ellos a pelearse. Gracias a todo esto, cuando fue a la escuela pudo enfrentarse a cualquier niño o niña y ganarles, a ellas cogiéndolas del pelo y tirándolas al suelo y una vez caídas darles de bofetadas hasta que se rendían. A ellos cogiéndoles de la ropa tumbándolos y una vez tumbados caerles encima y darles puñetazos hasta que le pedían perdón por ofenderla llamándola: marimacho, ordinaria, verdulera.

A base de bofetadas y puñetazos, Mary consiguió siempre hacerse respetar.

Cuando fue al instituto conoció a Marc Soletto un muchacho muy delgado del que se enamoró por tres cosas, porque él la adoró desde el primer instante que puso sus ojos en ella, por su amabilidad y por su inteligencia.

Empezaron a tratarse cuando ella le pidió ayuda en la asignatura de matemáticas. Marc demostró desde muy temprana edad un especial talento en esta materia, y no fue solo ella sino la mayoría de los compañeros de su clase los que pedían a Marc les echase una mano y luego sacaban buenas notas gracias a él.

Mary y Marc comenzaron a verse continuamente fuera de clase. Daban largos paseos, hablaban, iban al cine y, cuando se dieron el primer beso, las atenciones de él, sus miradas de embeleso, además de su extraordinaria inteligencia conquistaron por completo a la joven.

Llegaron los dos a la mayoría de edad. Marc fue a la universidad a estudiar Económicas, Mary ayudó a su madre en una boutique que poseía. Sabía ser tan atenta, sagaz y simpática con las clientas que conseguía muchas ventas. Cuando cumplió los veintiún años admirados por lo trabajadora y eficiente que era, sus padres le montaron una tienda para que la llevase ella sola.

Esta tienda le fue muy bien, pues pronto se hizo con una clientela fiel, continuamente en aumento, que le procuraba pingues beneficios.

Marc seguía en la universidad consiguiendo en sus estudios las mejores notas de su facultad. Ellos dos seguían viéndose todos los fines de semana, enamorados y felices cuando estaban juntos.

Cuando Marc terminó su carrera, un hombre de negocios llamado Henry Kuchansky lo contrato como contable.

Henry Kuchansky, alias el Chato, debía su apodo al hecho de que siendo un bebé, a su madre alcohólica, hallándose ebria, él se le cayó de los brazos al suelo destrozándose la nariz.

Henry el Chato se había hecho rico gracias a los negocios que tenía, no todos ellos legales. Cuando Marc se dio cuenta de que su jefe llevaba otra contabilidad paralela con ingresos deshonestos, se despidió.

Temiendo Henry el Chato que el honrado Marc pudiera perjudicarle denunciando sus ganancias delictivas, encargó a Henry Salermo lo silenciase. Este asesino estuvo espiando a Marc y aprovecho una noche en éste salió del apartamento que compartía con Mary, lo atropelló con un coche robado, y se dio a la fuga dejándolo muerto.

Después del sepelio de Marc, los aterrados padres y hermanos de Mary, que sospechaban que lo ocurrido a Marc había sido un asesinato, le aconsejaron huir:

—Márchate lejos. Ese millonario sin escrúpulos puede figurarse que Marc te contó cosas que pueden comprometerlo y ordenar también tu muerte.

—Tengo que pensarlo. Estoy todavía muy turbada y acongojada con lo sucedido para tomar ninguna decisión —les respondió ella.

Llegada a su apartamento, del que llevaba ausente varias horas, le dio agua y comida a su gato, que la perdía de vista consciente de que ocurría algo inusual, como la prolongada ausencia de su dueño.

El gato era inmaculadamente blanco y le habían puesto de nombre Saltarín porque para divertirse, Mary y Marc manteniendo entre ellos cierta distancia se lo lanzaban el uno al otro y el felino aterrizaba sobre el pecho del receptor. Este juego le encantaba al animal y solía maullar de contento .

Mary había terminado de hacer su maleta cuando recibió una llamada telefónica anónima:

—Mary, yo apreciaba a Marc y por este motivo yo te consejo huir inmediatamente. Henry Salermo, fue el que atropello a Marc y al que han encargado terminar contigo. Hazme caso escapa lo más rápido que puedas. Adiós.

Su informador no le dio tiempo siquiera a que le diese las gracias. Esta noticia motivó que ella retrasara su huida. Y también retrasara poner en una jaula a su gato que sería, aparte de su equipaje, lo único que se llevaría con ella. La tienda, sus padres y hermanos se ocuparía de venderla. Y el apartamento era alquilado.

Mary se sentó en la cama de su dormitorio y pacientemente aguardó la posible llegada del asesino de su pareja, acariciando todo el tiempo a su gato.

Llevaba más de una hora acariciando al felino que ronroneaba feliz cuando escuchó un levísimo sonido proveniente de la puerta de la calle. Supo el significado de ese ruido al ver como su gato adquiría una posición de alerta.

Mary se preparó para lo que podía suceder en cualquier momento. Cogió a Saltarín por los costados. Sus oídos agudizados al máximo percibieron el sigiloso caminar de unos zapatos. Había dejado la puerta del dormitorio abierta y cuando el asesino la cruzó con una pistola en su mano, ella le lanzó el gato.

El animal impactó en el pecho del asesino, lo desestabilizó momentáneamente y se quedó desorientado de pies en el suelo al darse cuenta de que no se trataba de Marc, su amo.

Mary aprovechó esta circunstancia para sacar el revólver que mantenía oculto debajo de una almohada y vaciar todo su cargador en el cuerpo del maleante que Henry el Chato había enviado a que la matara.

A continuación, se acercó al muerto y después de limpiar sus huellas colocó en su mano el revólver con el cual lo había matado. Metió su pistola en un bolsillo de su abrigo, el gato en su jaula y con ella en una mano y llevando en la otra mano la maleta abandonó su apartamento y lo cerró.

Cuando descubrieran el cadáver del esbirro, que intentase la policía descifrar el misterio de como aquel bandido se había suicidado disparándose en el cuerpo seis balazos. Ella estaría ya a miles de kilómetros de distancia con otro nombre diferente al suyo y dispuesta a comenzar de nuevo a prosperar en la vida.

(Copyright Andrés Fornells)