UN RETRATO, EL PARQUE Y UN RAYITO DE SOL (MICRORRELATO)

UN RETRATO, EL PARQUE Y UN RAYITO DE SOL (MICRORRELATO)

Estoy totalmente de acuerdo con esos pocos, o muchos, que viven convencidos de que ser, a la vez, romántico y fantasioso es una bendición doble.

Verás porque lo digo, Elena. En este momento tengo entre mis manos tu retrato. Nunca, nunca me cansaré de mirarlo. Me enamoran esos ojos tuyos, claros, limpios, dulces. Me miran, y yo los miro. Me embelesan tus labios entreabiertos, risueños. Les hablo y ellos callan. ¡Cuánto me duele tu silencio! Paso mi mano por tu largo cabello rubio, brillante, y el cristal del retrato no me llena la mano de su perfume y su sedosidad.

Los amigos me preguntan por qué no paseo más por el parque. Tratan de animarme diciéndome que allí todo sigue igual. Los árboles tienen ramas con hojas y los pájaros saltan alegremente entre ellas y cantan, y los jardines rebosan de flores engalanadas con sus más bellos colores, y el aire que allí se respira está bastante menos contaminado y es más sano que el aire del resto de la ciudad.

Yo sonrío con pesar y me trago mi pena. La mía es esa clase de pena que no puede compartirse con nadie que no padezca otra pena igual, porque no la comprende, le falta empatía.

Y no les digo a mis amigos que no voy al parque porque ya me cansa todo; no les digo que el parque no está igual que siempre, porque para mí el parque está vacío. Para mí está vacío porque tú no estás más allí conmigo. Ni allí ni en ningún otro lugar aparte de aquí conmigo. ¡Ah!, si por lo menos, por tu irremediable ausencia encontrase consuelo en mis amargas, continuas lágrimas. Pero ni eso.

Ayer cometí la locura de poner en los anuncios del periódico: Le regalo mi tristeza a quién la quiera. Nadie me ha contestado todavía. Ni seguramente me contestará. Hay cosas que la gente ni regaladas las quiere.

Acaba de entrar un cálido rayito de sol por la ventana. Me acaricia la cara. Me animo. Una dulce sonrisa entreabre mis labios. Y con una voz cargada de ternura digo:

—Qué bien, Elena, ¡has vuelto a mí!

(Copyright Andrés Fornells)