UN HOMBRE HABLABA BIEN DE LAS MUJERES (MICRORRELATO)
Dos hombres sentados en la terraza de un bar charlan animadamente mientras beben cerveza. Uno de ellos se ha dado cuenta de que, en una mesa vecina, una joven muy atractiva, con expresión de aburrimiento pintada en su cara bonita lo mira con cierta insistencia. Su compañero, al que ha dejado la novia hace poco tiempo, asegura, amargado:
—Las mujeres son caprichosas, inestables, incomprensibles. No hay quien las entienda.
Su compañero levantando la voz lo suficiente para que la joven que parece interesada en él pueda escuchar sus palabras, rebate:
—Estas totalmente equivocado, amigo mío. Las mujeres son adorables. El hombre que no las ama es porque las conoce poco, no las conoce nada, o ha dado con una de las poquísimas que no son maravillosas.
—El que no las conoce eres tú —indignado el otro—. Mujeres maravillosas hay muy pocas. Yo todavía no he conocido a ninguna
Su amigo ha reparado en la seductora sonrisa que la desconocida acaba de dedicarle. Se vuelve hacia su compañero de mesa y le dice:
—Perdona, pero me ha surgido un imprevisto. Te quedo a deber una cerveza.
Coge su vaso, su silla y colocándola junto a la mesa de la fémina que sigue sonriéndole le dice:
—La soledad es aburrida, ¿verdad, preciosa? Permite que te haga compañía. Mi nombre es Apolíneo Perez.
Ella le acepta la mano que le tiende y responde, encantadora:
—Yo soy Flor Silvestre.
Ruperto Bocazas, el compañero de Apolíneo Pérez se queda solo. Paga las cervezas y se aleja furioso. En adelante, además de despotricar de las mujeres traicioneras, lo hará también de los malos amigos.