UN DONJUÁN Y SUS DOS CAMINOS (MICRORRELATO)

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UN DONJUÁN Y SUS DOS CAMINOS
Celestino tenía fama de Donjuán. Anita lo sabía, pero lo encontraba tan guapo, tan irresistible, que cuando él le pidió para salir juntos, aceptó más de prisa que corriendo. Estuvieron en una cafetería. Se bebieron un par de cubatas y entonces el conquistador dijo dirigiéndole una mirada irresistible:
—Me atraes muchísimo. Muero de ganas de tener una relación íntima contigo.
—Pues no sé… Tú también me atraes muchísimo, pero soy una chica formal y quiero me traten con exquisita delicadeza.
—Entiendo. Mira, hay dos caminos para que yo te trate con exquisita delicadeza: un camino corto y un camino largo —explicó él sonriéndole seductoramente .
—¿Cómo es el camino largo?
—Pues no te tocaré, no te acompañaré a tu casa, cogeré la puerta y no volveré a pedirte nunca más salir conmigo
—Pues vaya —decepcionada ella—. No me gusta ese camino largo. ¿Cómo es el camino corto?
Anhelante Anita, con ardientes deseos de que él siga saliendo con ella.
Celestino, con expresión desganada, respondió:
—Verás, el camino corto es irnos inmediatamente a una confitería y comprarte yo una caja de bombones.
—¡Ah!, pues el camino corto consiste en acercarnos a una tienda de chocolates, comprar una caja de bombones y comérnoslos desnudos en la cama —irresistiblemente desvergonzado ahora.
—El camino corto incluye comernos los bombones los dos desnudos en la cama —encantadoramente desvergonzado.
Anita se lo pensó un momento, el tiempo de recrear la vista en el hermoso rostro de Celestino, y finalmente dejando escapar un suspiro que denotaba clara rendición, se puso de pie y dijo:
—En esta misma calle hay una tienda que vende bombones.

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