UN COLLAR DE ESMERALDAS TUVO LA CULPA (MICRORRELATO)
- Cuco estaba muy enamorado de Cuchi, pero era extremadamente tímido y carecía del coraje necesario para confesárselo de un modo poético. Cuco me pidió consejo y yo, con toda la buena intención del mundo se lo di; le di un consejo que creí extremadamente romántico y por serlo daría buen resultado. Siguiendo mi consejo, Cuco le dijo a Cuchi:
—Preciosa, me sentiré muy feliz si permites que tu cabeza y la mía reposen en la misma almohada.
Cuchi se lo quedó mirando con evidente desaprobación en sus bonitos ojos verdes y le respondió, antipática:
—No seas tan tacaño, hombre, y cómprate una almohada, que la que yo tengo la quiero para mí.
Días más tarde Conchi se casó con un millonario, y de ello Cuco me echó las culpas. Yo me defendí con un argumento irrebatible:
—Cuco, haberle comprado a Cuchi un collar de esmeraldas más valioso que el que a ella le compró el millonario y, seguramente habrías sido tú quien la hubiese acompañado hasta el altar. - Manteniendo viva la esperanza de que Cuchi se divorcie de su esposo, Cuco ahorra todo lo que puede para, cuando haya ahorrado lo suficiente, comprarle a Cuchi un collar de esmeraldas más caro que el recibido por ella de su consorte. Como ahorrar, aunque sea para una finalidad equivocada no lo considero yo cosa mala, no desanimo a Cuco diciéndole que Cuchí no se desposó con el millonario solo por el collar, sino porque está locamente enamorda de él.