UN CÓCTEL BLOODY MARY (RELATO DE TERROR)

UN CÓCTEL BLOODY MARY (RELATO DE TERROR)

UN COCTEL BLOODY-MARY

(Copyright Andrés Fornells)

La noche del lunes pasado entró en un bar que frecuento, un hombre que llamó la atención de todos los presentes. Iba envuelto con una larga capa negra. Su pelo, peinado hacía atrás formaba cuña en su ancha frente. Contrastaba con su enlutada vestimenta la extraordinaria blancura de su epidermis. Las pestañas las llevaba oscurecidos con rímel, sus ojos poseían un extraño color naranja y los labios los llevaba pintados de un color rojo fuego. En conjunto, este individuo tenía un aspecto de lo más siniestro. Examinó la lista de cocteles especialidad de la casa y con voz de ultratumba y marcado acento extranjero pidió:

—Un Bloody Mary.

El barman, mirándolo de reojo con una expresión de desconfianza en su cara colorada preparó la bebida y luego la dejó encima del mostrador delante de él.

—No le has puesto sangre —reclamó el recién llegado tras darle un pequeño sorbo, mostrando en una mueca de desaprobación sus afilados colmillos, al tiempo que dirigía  una mirada codiciosa a la yugular del camarero.

Este empleado, que llevaba vistas muchas películas de vampiros, sacó inmediatamente de detrás de la barra un crucifijo, lo colocó delante del rostro del individuo de la capa negra y éste cayó al suelo como si lo hubiese fulminado un rayo.

El dependiente, envalentonado, preguntó a la docena larga de clientes que había presentes:

—¿Lo remato clavándole una estaca en el corazón?

—Remátalo —sentenciaron unánimemente los presentes que habían visto también muchas películas de chupadores de sangre y asimismo de romanos antiguos pues mostraron su dedo pulgar hacia abajo.

El camarero sacó de detrás del mostrador una estaca de madera, la clavó en el corazón del supuesto vampiro y lo dejó muerto. Acto que fue entusiásticamente aplaudido por los parroquianos.

Horas más tarde la Policía acusó al barman de asesinato y, a los clientes que lo habían animado a cometerlo, cómplices suyos.

El muerto era un pacífico ciudadano que de camino a un baile de disfraces, se le había ocurrido entrar a tomar una copa en aquel establecimiento.