Microrrelato
—¡Ay!, Cuchi, mi chico es besucón, besucón, besucón. —¿Pues sabes que te digo, Luna?, que no existe en el mundo un chico más besucón que el mío. —¿Por qué dices eso, Cuchi? —Porque he tenido que prohibirle que vuelva a besarme hasta que se le curen las ampollas que le
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(Copyright Andrés Fornells) Cosme Valero, apiadándose de una pobre mujer que en la vía pública vendía ramilletes de violetas colocados en el suelo encima de un papel de periódico, le compró uno. Dio algunos pasos y, viendo a una muchacha risueña que se acercaba en dirección contraria a la llevada
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Microrrelatos
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Despierto por la mañana. El sol se cuela por la ventana, me acaricia la cara y me da los buenos días. Desayuno bien, a gusto, y salgo a la calle. Me siento feliz. Me agrede el ruido de la gente, del tráfico, invade mis pulmones el hedor del combustible quemándose,
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—Ay, Amparo, tenía tantas ganas, y me di tanta prisa en venir a verte que aparezco ante ti descalzo y sin ropa interior. —Pues sosiégate, adorador mío, regresa a tu casa, cálzate, ponte ropa interior y luego regresas junto a mí para irnos los dos un rato a patinar a
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Si el guaperas y algo ranco de Lord Byron sacara la cabeza del boquete donde lo metieron, volvería a esconderla al ver cuanto han cambiado las féminas. Según él dejó escrito, las mujeres de su época estaban contentas teniendo un espejo y almendras tostadas como lujo gozoso-alimenticio. Pues bien, con
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