SU SUEÑO ERA CONVERTIRSE EN INGRÁVIDO (RELATO)
SU SUEÑO ERA CONVERTIRSE EN INGRÁVIDO
(Copyright Andrés Fornells)
Nació en un pueblo pequeño, perdido entre montañas. Desde muy niño le fascinaron de un modo muy especial los pájaros, las mariposas y las libélulas. Los pájaros por sus admirables vuelos y sus alegres trinos. Las mariposas por los extraordinarios colores de sus alas y por su volar trémulo, torpe y aparentemente desorientado. Las libélulas por sus extrañas alas trasparentes y su permanecer un tiempo en el aire sin avanzar, como si estuvieran reflexionando sobre la dirección que iban a escoger.
Y de todos ellos, por encima de las peculiaridades que les hacían especiales, el niño admiraba su ingravidez. Ingravidez que intentó practicar infructuosamente cayendo siempre de bruces en el duro suelo haciéndose daño a veces. Ese niño fue creciendo con esta poderosísima obsesión, hasta que una noche vio un espectáculo de ballet en la televisión y descubrió lo que podría hacer para convertirse, dentro de sus limitadas posibilidades humanas, durante algunos segundos, en tan ingrávido como el pájaro, como la mariposa y como la libélula.
Y tras muchos años de durísimo trabajo, de férrea voluntad e infinitos sacrificios, aquel niño, ya convertido en hombre, lo consiguió un día. Un día pudo experimentar esa dicha que solo conocen aquellos que son capaces de luchar con todas sus fuerzas para convertir el mayor de sus sueños en realidad, aunque todos los demás lo crean imposible. Y aquel niño soñador llegó a ser considerado el mejor bailarín del mundo.