¿SON PROSTITUTAS LAS GEISHAS? (VIAJES)

¿SON PROSTITUTAS LAS GEISHAS? (VIAJES)

¿SON PROSTITUTAS LAS GEISHAS?

(Copyright Andrés Fornells)

El nombre GEISHA proviene de los fonemas chinos "Gei", que significa arte, habilidad, y "Sha" que significa persona. Muchos extranjeros consideran, erróneamente, que las geishas son prostitutas debido a que algunas avispadas y astutas zorritas se presentan a los turistas como tales aprovechando el morbo y el misterio que despiertan las auténticas geishas a los ojos de los turistas ávidos de exotismo, ansiosos por conocer a estas mujeres que tan extraordinaria fama han conseguido mundialmente gracias a las numerosas películas que se han realizado sobre ellas y también por la gran cantidad de libros que se han escrito dándoles notorio protagonismo, a menudo devaluándolas y escarneciéndolas.

Tradicionalmente la geisha auténtica se mantiene soltera y, en el caso de contraer matrimonio, lo correcto es que se retire de esta antigua y peculiar profesión (creo que se lleva ejerciendo desde hace más de 400 años).

Su compromiso como geisha incluye entretener, coquetear, incluso excitar, pero de ninguna manera es pagada ni obligada a mantener una actividad sexual con los clientes que requieren sus servicios. Sin embargo, si una geisha lo desea, sí puede practicar sexo con un cliente pero sin que ello signifique que entra dentro de sus obligaciones como geisha.

Es bien conocido que la gran mayoría de las geishas suele tener un “danna” o sea un cliente habitual que la convierte en lo que aquí, entre nosotros, llamamos una querida o mantenida. Y al igual que ocurre, por lo general en nuestro país con este tipo de mujeres mantenidas, el “danna” es un hombre rico que la mantiene lujosa y ociosamente mientras él sigue llevando de cara a la sociedad una vida ejemplar con su mujer y sus hijos. O sea, como diría un latinista: “Nihil novum sub sole”.

Según pude averiguar en una visita que realicé a Japón, los hombres acaudalados pueden comprar la virginidad de una geisha por un precio muy alto, suma que va creciendo continuamente debido a que, por motivos de la creciente permisividad y desenfrenada sexualidad, en el Japón como en tantos otros países del ancho mundo, la doncellez femenina se esté convirtiendo en “rara avis”.

En cierta ocasión, a una geisha que emitía encantadores maullidos acompañándose de su “shamisen” (una guitarrita con solo 3 cuerdas), un ex amigo mío cometió el atrevimiento de pedirle que tocara con ella, para él, un rock & roll. Lógicamente lo echaron a la calle por irrespetuoso y sacrílego. Ese ex amigo mío en lugar de mostrar vergüenza y arrepentimiento por su flagrante incorreción, presumió, encima, de haber escapado sin pagar sus consumiciones. “Nihil novum sub sole”.

Después de esta breve explicación afirmo, con mi mayor sinceridad, que las pocas geishas que he conocido eran unas damas exquisitas, delicadas y admirables.

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