SIN ELLA (RELATITO)
SIN ELLA
(Copyright Andrés Fornells)
No quiero salir a la calle. No quiero ver nada ni a nadie. Ni que nadie me vea. Aquí, encerrado en el dormitorio, la sigo teniendo. Sigo percibiendo su perfume, escuchado su amada voz, sintiendo su cálida presencia a mi alrededor. Escucho su caminar de pasos suaves, elegantes, musicales. Siento la cercanía de su almizclado, amoroso aliento. El brillo tan tierno, acariciante de su mirada envolviéndome.
Aquí dentro, ella todavía existe para mí. Si abandono esta habitación la habré abandonado también a ella, y eso no puedo hacerlo, no debo hacerlo, no quiero hacerlo.
Por entre los visillos de la ventana, que sus primorosas manos elaboraron, advierto que está oscureciendo. Se desvanece poco a poco la claridad del día. Es una circunstancia exterior que no me afecta. Dentro de mí se hizo noche, noche eterna, a partir del momento en que la perdí. Noche oscura, negra, fatídica, macabra, que me envolvió con su negro y siniestro manto dejándome sin luz interior.
Cuando unes de verdad tu vida y tu alma a otra persona quedas solo con la mitad del ser humano que eras antes de realizarse esa prodigiosa unión, y esa mitad que diste ya no puedes recuperarla nunca más. La has perdido para siempre. Se la llevó ella.
Y con esa mitad que me queda ahora debo yo seguir viviendo, ¿pero puede llamarse vivir a lo que uno hace cuando está muerto por dentro? Familiares y amigos me dicen que el remedio para que mi sufrimiento cese es olvidarla. No puedo olvidarla porque si la olvido no me quedará de ella ni tan siquiera el recuerdo.
Familiares y amigos, preocupados y angustiados me dicen que si sigo así, como hasta ahora, me moriré. Ninguno de ellos parece darse cuenta de que yo morí, cuando murió ella.