POBRES BURRITOS (LINDOS "PLATEROS") -MICRORRELATO)
Cuentan en la Biblia que hubo una vez un hombre llamado Balaam que era muy eficaz echando maldiciones, pues todas las convertía en realidades. Un rey encargó lo trajeran a su presencia y una vez lo tuvo delante le encargó que fuese a maldecir a los israelitas, y le pagó por ello una importante suma de dinero.
Balaam emprendió el camino a lomos de un borrico. A mitad de camino les surgió a ambos un ángel con su espada. Jehová les había enviado este ángel para evitar que se llevara a cabo aquella malvada acción que le había encargado el monarca que odiaba a los hebreos.
Balaam no vio al ángel, pero su asno sí lo vio y se detuvo para evitar sufriera daño su amo. Éste creyendo que el animal era desobediente, le pegó con brutalidad con la vara que llevaba en su mano. Entonces, el burrito, adquiriendo el prodigio del habla, le recriminó a su amo:
—¿Por qué me pegas si estoy pretendiendo salvar tu vida?
Al escuchar esto, Balaam vio al ángel, y éste le advirtió:
—He venido a cortarte el camino porque no debes ir a maldecir a Israel. Si tú asno no te hubiese apartado de mi camino, yo te habría matado y a él no le habría hecho nada, porque hay maldad en ti, no en él.
Balaam, entonces, en vez de maldecir a Israel la bendijo tres veces. Y luego huyó porque los reyes de aquella época encontraban placer cortando las cabezas de los rebeldes y de los desobedientes.
Escribí al principio de este microrrelato “pobres burritos” y paso a explicar el motivo de mi compasión. Durante siglos los hemos explotado con pesadas cargas, agotadoras caminatas y dado palos por recompensa. Ahora, resulta que los chinos han descubierto que con su piel pueden fabricar un medicamento muy beneficioso y los están comprando en varios países no necesito explicarles para qué los compran. ¡¡¡Pobres burritos!!!
(Copyright Andrés Fornells)