PEPE PAÑALES QUERÍA TENER UN YATE Y 40 "PRINCESAS" SEMANALES (RELATO)

yate

 

 

 

 

 

 

 

  • De Pepe Pañales decía, su propia madre, que él era un culo de muy mal asiento. Los empleos le duraban poco más que los caramelos duran a las puertas de los colegios. Resultaba que lo echaban de esos empleos por flojo, por desavenencias, en materia de productividad, con sus jefes o por fumar porros cuando le entraban ganas.
    Un día que Pepe Pañales fue a la playa, presenció, al igual que todos cuantos se hallaban allí en aquel momento, pasar raudo sobre las olas un yate que le dijeron era el más lujoso y el más grande del mundo.
    —Pásmate, tío —le informó el amigo que estaba con él (asiduo lector de las revistas del corazón). Tiene 145 metros de eslora, 50 camarotes de lujo, grifería de oro, un helicóptero, dos piscinas, 30 Mercedes de alta gama en sus bodegas. Lleva en sus tanques 400.000 litros de combustible, que cuesta más de 600.000 euros y, lo mejor de todo, lleva 40 “princesas” a bordo, que cambia por otras «princesas» nuevas todas las semanas.
    —¿Tantas princesas hay en el mundo?
    —He dicho “princesas” por no decir mujeres públicas de lujo —su informador, disfrutando al ver como se le caía la baba a su oyente.
    —¡Leches! —exclamó Pepe Pañales, cuando se recuperó algo de la perplejidad experimentada—. ¿Y todo eso pertenece a un tío solo?
    —A un tío solo pertenece.
    Se interrumpieron los dos para levantar el brazo y saludar de este modo a las “princesas” que, alineadas en la parte de estribor, todas en bikini y hermosísimas, saludaban a la multitud reunida en la playa, que le correspondía, de igual modo.
    Cuando se perdieron a lo lejos, el ostentoso yate y sus ocupantes, todavía con los ojos encendidos de lujuria, Pepe Pañales quiso saber:
    —¿Y cómo ha conseguido ese tío del yate ganar tanto dinero para permitirse tan extraordinarios lujos?
    —¡Con la droga! Con el inmenso dinero que saca traficando con la droga.
    —¿El tráfico de droga da para tanto? —maravillado el que aguantaba poquísimo tiempo trabajando.
    —Sí, con la droga, que es el mejor negocio del mundo.
    Pepe Pañales estuvo varios días gastando materia gris, con tal despilfarro, que casi terminó la totalidad de sus existencias; pero este exhaustivo esfuerzo sirvió para que se le ocurrieran dos ideas millonarias que puso en práctica lo más rápido que pudo.
    Y un sábado por la mañana apareció en la playa más frecuentada de la costa, cargado con una gran bolsa y comenzó a vender bolsitas de hachís con el logo de las cercanas olimpiadas y tampones femeninos con una dosis de cocaína dentro.
    —¡Todo por el deporte y el placer! —pregonaba—. ¡Tengo los mejores precios del mercado! ¡Viaja al paraíso olímpico por casi nada!
    En el primer día de venta ganó tanto dinero que, calculando, a lo bestia —se dijo absolutamente convencido:
    —Antes de transcurrido un año habré juntado para tener un barco mayor que el barco del mafioso ese de la droga y también alguna «princesa» más que él.
    Desgraciadamente, a Pepe Pañales se le malogró el negocio porque, antes de transcurrida una semana de ejercerlo le detuvieron y le metieron cinco años de cárcel donde, lugar donde, con enorme amargura, explicaba a su compañero de celda:
    —Tuve el talento sobrado de crear un negocio millonario, pero la competencia sobornó a los que mandan y éstos consiguieron que yo terminase con mis huesos aquí. No volverá a sucederme. La próxima vez seré yo el que soborne a los que mandan. Espero que, por buena conducta, me suelten antes de llegada la próxima olimpiada.
    —Cuéntame otra vez lo que piensas hacer cuando te hagas rico —ilusionándose su compañero de cautiverio, que estaba allí por haberse emborrachado cuando robaba en una mansión y, confundiendo al dueño de la misma con un perro, le pegó un tiro y lo mató.)
  • Y  Pepe Pañales le contó lo de un yate 145 metros de eslora, 50 camarotes de lujo, grifería de oro, un helicóptero, dos piscinas, 30 Mercedes de alta gama en sus bodegas. Los tanques 400.000 litros de combustible, que costaban más de 600.000 euros y, lo mejor de todo, llevaría 40 “princesas” a bordo, las cuáles cambiaría por otras «princesas» nuevas todas las semanas.