PECES Y MUJERES (MICRORRELATO)


(Copyright Andrés Fornells)
A oídos de un padre, que ejercía la honrada y dura profesión de pescador, le llegaron quejas de que su hijo era un seductor incorregible y que, en cuestión de amoríos, no diferenciaba solteras de casadas. Y este hombre de la mar, respetuoso siempre con lo ajeno, le habló de este modo al joven que había ayudado a traer al mundo:
—No seas malvado, chico. Habiendo tantos peces en el mar de esta ciudad, no quieras pescar el pez que ya ha sido pescado.
Tirando también de metáfora, el hijo respondió al padre:
—Padre, solo pesco los peces que no están contentos en su pecera.
—Eso lo entiendo. Lo que no entiendo es que encima les pidas a esas sirenas casadas que te paguen por divertirlas.
—Perdona, padre, con todo mi respeto te digo que tú no tienes idea de lo muchísimo que ha cambiado la oferta y la demanda, desde que tú eran joven, hasta hora.
El pescador aceptó esta actualizadora explicación y decidió:
—Bueno, hijo, me voy a remendar mis redes que, de esto si entiendo.
Cuando volvieron a darle quejas de su hijo, el hombre de la mar respondió despertando desconcierto y algo de admiración:
—Ocurre con vosotros que no estáis al día. Enteraos de que esas son las leyes del mercado: la oferta y la demanda y que la calidad se paga.

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