PAPÁ, ¿SON MÁS INTELIGENTES LAS MUJERES O LOS HOMBRES? (MICRORRELATO)

PAPA INTELIGENCIA

 

 

 

 

 

Tener hijos, además de significarnos contar con una preocupación que nos dura toda la vida, también nos significa la obligación de contestar a todas sus preguntas si no queremos quedar como completos ignorantes sin personalidad ni criterio.
—Papá, ¿son más inteligentes las mujeres o los hombres?
Esta pregunta me la hizo mi hijo pequeño mirándome, el muy granuja, como si de mi respuesta dependiera tener él un futuro brillante o todo lo contrario.
Me quedé dándole exhaustivo trabajo a mis empobrecidas neuronas, porque ante este tipo de preguntas-trampa no se pueden responder a la ligera. Él me apremió, que es una buena táctica para no dejarte pensar:
—¡Uf!, papá cada vez que te hago una pregunta profunda, mueres de ganas de escapar corriendo.
Lógicamente, aunque él tenía razón es contraproducente decirle a un hijo, casi siempre que la tiene, porque termina perdiéndote la estima. Para ganar tiempo manifesté:
—Mira, ¿por qué no vas a hacerle esta misma pregunta a mamá, y luego me la haces a mí de nuevo?
—Ya se la hice a mamá —expresando fastidio y yo diría que mirándome con lástima.
—¡Ah, vaya! ¿Y qué te ha respondido ella?
—Que no sabía responderme. Que te hiciera esa pregunta a ti.
Tragué saliva. Se adueñó de mi esa desagradable sensación que produce la certeza de haber caído en una trampa. Tuve un momento de inspiración, momentos que no tengo con la frecuencia que yo desearía, y le pedí parecer:
—Veamos, hijo, ¿tú quién crees que son más inteligentes, las mujeres o los hombres?
El esbozó una sonrisa impropia de su joven edad, una sonrisa de zorro viejo y me respondió:
—Pues, juzgándote a ti y a mamá, yo diré que sois igual de inteligentes.
Por astuto y porque él había tenido ocasión de dejarme en mal lugar y no lo había hecho, le di un beso y diez euros para que se los gastara comprando un libro.
—Gracias, papá. Ya veré que hago con ellos. Libros tengo ya muchos.
Solté un suspiro y, entre el consuelo y la resignación, murmuré:
—Has salido a tu madre.

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