MURIÓ UN FANTASMA (MICRORRELATO DE HUMOR)

MURIÓ UN FANTASMA (MICRORRELATO DE HUMOR)

—Buenas noches —saludó el empleado al recién llegado que iba envuelto en una sábana muy deteriorada y sucia.

—¿Es ésta la oficina internacional de reclamaciones? —quiso cerciorarse el visitante.

—Ciertamente. Esta es la oficina de reclamaciones.

—Mire, vengo a quejarme. Soy un fantasma veterano. Resulta que el castillo donde llevaba morando desde hacía muchísimos años lo han convertido en museo y durante el día no puedo salir de mi escondite porque está lleno de gente, y los niños. que tienen el poder de verme, me persiguen, me atormentan, tiran de mi sábana y me dejan con las vergüenzas al aire. Y durante la noche, los sistemas de alarma que están por todas partes me matan los oídos con sus sirenas.

—Entiendo las dificultades que encuentra, pero así son las cosas ahora. Mi consejo es que se jubile y no sufra más humillaciones y sobresaltos.

—Pero eso sería muy frustrante para mí. Tenga en cuenta que yo poseo la cualidad de ser eterno.

—Eso no le vale en la actualidad. Hoy en día todo tiene fecha de caducidad. ¿Por qué no prueba a irse a vivir a un cementerio?

—Lo he intentado, pero no queda sitio en ninguno. Y encima ahora está lleno de unos sujetos que se hacen llamar vampiros, que te pegan unos mordiscos terribles en el cuello. Unos mordiscos que duelen mucho y además te dejan sin fuerzas.

—¿Ha probado a irse al cielo?

—Sí, pero no me han dejado entrar. No me perdonan unos pecadillos que cometí antes de convertirme en fantasma.

—Pues mucho me temo que solo le queda una salida.

—¿Qué salida? —ansioso el reclamante

—Morirse y dejar de ser un fantasma.

—No es una salida que me guste.

—Yo no veo ninguna otra.

Tras profunda y triste reflexión aceptó el fantasma:

—De acuerdo. Voy a morirme.

El fantasma se derrumbó y quedó inerte en el suelo. El ayudante del encargado de la oficina de reclamaciones llegó unos minutos más tarde y, al ver una sábana tirada en el suelo preguntó:

—¿Llevo esta sábana tirada en el suelo, a la lavandería?

—No, tírala a la basura. Está tan llena de pecados, que hasta en el cielo la rechazaron.

El subordinado miró a su jefe y, alegrándose pensó que pronto heredaría su puesto pues daba muy evidentes síntomas de desvarío mental. Se llevó la sábana a su casa y la metió en la caseta de su perro y la envoltura del fantasma vivió muy entretenida matando pulgas día y noche.

(Copyright Andrés Fornells)