MUCHOS HOMBRES QUIEREN ENCONTRAR UNA MUJER COMO SU MADRE (Microrrelato)

Alfonso se dio cuenta del enorme error que había cometido casándose con Alicia, justo a las tres semanas de vivir con ella. Durante ese tiempo, a él, lo había mantenido totalmente ocupado el disfrute con ella, en la cama y otros lugares menos cómodos, la práctica de esa actividad ancestral y extasiante llamada sexo.
Pasadas esas tres frenéticas semanas y llegado a la saciedad, Alfonso descubrió cosas muy importantes que hasta entonces le habían pasado desapercibidas: Alicia era perezosa, no sabía freír un huevo, no sabía cómo funcionaba una lavadora y hablando demostraba que de inteligencia estaba más falta que sobrada.
Descubrir esto, a Alberto le produjo sorpresa e indignación. Sorpresa por haber estado tan ciego que no se había dado cuenta de ello hasta entonces, e indignación porque comparaba a Alicia con su madre. Su madre era una activa y perfecta ama de casa que cocinaba de maravilla, mantenía su hogar limpio como una patena y era además tan culta e ingeniosa que procuraba un gran placer conversar con ella.
De pronto, para librarse de Alicia durante un buen número de horas, a Alfonso se le ocurrió un truco:
—Oye, Alicia, han comenzado las rebajas en el Corte Inglés, ¿verdad?
—Sí, hoy mismo. Y tendré que ir, ¿no te parece?
—Ya estás tardando. Toma —entregándole algo de dinero—. Y sal corriendo hacia allí a ver si encuentras algo bonito que no se hayan llevado ya las otras mujeres.
Para que ella se diese mayor prisa, Alberto le ayudó a vestirse y calzarse. Y cuando Alicia desapareció por la puerta de la calle, él comenzó a hacer la maleta. El apartamento donde se alojaban era alquilado; debía el último mes de alquiler, el agua, la electricidad, el gas y todos los plazos del frigorífico nuevo, menos uno (el único que habían pagado).
Para mala suerte de Alicia, Alberto no había heredado los admirables valores y cualidades de su madre, sino la cobardía y la perversidad de su padre que los había abandonado cuando él era todavía un lactante, y nunca más supieron de él.
(Copyright Andrés Fornells)