LOS SUICIDIOS PERJUDICAN A CIERTOS NEGOCIOS (RELATO NEGRO)

LOS SUICIDIOS PERJUDICAN A CIERTOS NEGOCIOS (RELATO NEGRO)

Pierre, encargado del garaje del casino, al entrar en él a las ocho de la mañana, hora en que habitualmente iniciaba su jornada laboral, encontró el cuerpo de un hombre de mediana edad sentado en el suelo con las piernas abiertas y con la espalda apoyada en la pared. El arma caída junto a él y la mancha de sangre seca ya en su cabeza, evidenciaban que se había suicidado pegándose un tiro en la sien.

—¡Dios, esto no le gustará nada al director! —exclamó disgustadísimo.

Tal como le tenían ordenado, sin tener en cuenta lo temprano que todavía era, marcó con el suyo, el número del teléfono del máximo responsable del casino. Segundos más tarde una voz somnolienta le respondió:

—Sí, dime, Pierre.

—Acabo de encontrar ahora mismo a otro que se ha matado. Un hombre de mediana edad. Se pegó un tiro en la cabeza.

Monsieur Duval soltó un chorro de furiosas maldiciones, que terminaron con una desesperada frase compungida:

—El tercero en lo que va de mes. ¡Vaya mala racha de mierda que estamos teniendo, Pierre.

—Ya puede decirlo, ya.

—Ayúdame, Pierre. ¿Qué podemos hacer con él? —apuradísimo su superior—. Si llamamos a la policía aparecerá en todos los medios de comunicación que ese tipo se ha matado en nuestro garaje desesperado por haberse arruinado en nuestro casino. Y durante unos días la recaudación nuestra bajará estrepitosamente. Y las asociaciones contra la ludopatía pedirán nuestro cierre, otra vez más.

—Tirarlo al río igual que hicimos con otros dos no nos valdrá ya. Siempre aparecerá alguien que aireará perdió importantes sumas de dinero en nuestro casino y esto despertará nuevas sospechas sobre el personal del casino, y el comisario Maurice vendrá a atormentarnos con sus preguntas y sus veladas amenazas sobre un posible cierre temporal de nuestro establecimiento.

—¿Lo enterramos también como hemos hecho ya con otros dos?

—¡No! Si un día descubren esos cadáveres y empiezan a atar cabos, esos cabos pueden conducirlos hasta nosotros, y tú y yo podemos terminar en la cárcel condenados a varios años por haber cometido esa grave ilegalidad de hacer desaparecer suicidas. ¡Las malditas leyes no lo dejan a uno vivir en paz, sosiego y tranquilidad.

—Los estúpidos que tienen tan mal perder no deberían ir a los casinos a jugar --condenó su empleado.

Permanecieron ambos un tiempo en silencio, devanándose los sesos. Fue Pierre el que propuso, agradecido por los frecuentes aumentos de sueldo conque su jefe premiaba su colaboración en aquellas peligrosas desapariciones de cadáveres.  

—Acabo de pensar en mi hermano Charles. Él tiene una pequeña empresa de alquiler de coches. Si yo se lo pido, y le pagamos bien, podría falsear un contrato de uno de sus coches al nombre de este estúpido que se ha suicidado y dejar su cuerpo a varios cientos de kilómetros de aquí, y arreglarlo de modo que parezca que él se ha suicidado allí.

—Qué brillante idea has tenido, Pierre —celebró Monsieur Duval—. De ese modo nadie podrá asociar su muerte con nuestro casino.

—Lo malo es esconder su cadáver hasta bien entrada la noche, pues ahora, de día ya, nos verían si lo sacásemos de aquí.

Su superior fue más rápido que él encontrando una solución.

—Puedes meterlo en ese cuartito donde guardas los útiles de limpieza, el extintor de incendios y algunas cosas más.

—Sí, tendré que meterlo allí, de pie, por lo estrecho que es ese lugar.

—¿Puedes hacerlo solo o bajo a ayudarte en pijama como estoy?

—Me las podré apañar solo. No me demoro un minuto más, no aparezca algún madrugador y descubra el cuerpo del muerto.

Emplearon aquel truco del coche alquilado dos veces seguidas más y tuvieron que volver a los entierros.

Cuando diez años más tarde iniciaron la construcción de un bloque de pisos en aquel solar y encontraron seis cadáveres, les echaron la culpa a las mafias que actuaban en aquella zona de la ciudad.

El casino, debido a la mala fama adquirida tuvo que cambiar de actividad transformándose en un hotel. Dos o tres veces al año alguien, allí, moría de placer que es un tipo de muerte que no tiene muy mala prensa, aunque más de una vez pueda entrar ese tipo de muertes dentro de los siete pecados capitales.

( Copyright Andrés Fornells)

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