LOS OJOS DE LOS PERROS (MICORRELATO)

LOS OJOS DE LOS PERROS (MICORRELATO)

Algunas semanas atrás recibí la visita de Ari, un amigo islandés que, necesitado de sol, con la excusa de practicar golf, su deporte favorito, cada pocos meses se viene a pasar unos pocos días a nuestra soleada ciudad. En su última visita se trajo con él a un compañero de juego llamado Gunnar. Este amigo no le gustó a mi perro “Max”, un pastor alemán, pues comenzó a gruñirle nada más entró en mi casa. Para que no siguiese intimidándole con esta actitud desfavorable, encerré a “Max” en la cocina.

Cuando regresé al salón, donde se habían quedado mis visitantes, Gunnar, el amigo de mi amigo Ari, me dijo con sarcástica ironía:

—Supongo que lo que más valoras de tu perro son los terribles colmillos que tiene, ¿verdad?

Le miré como si fuera transparente y con la socarronería que empleo con las personas que no me caen bien, le respondí:

—Mira, lo que más admiro de mi perro son sus ojos. En los ojos de muy pocos seres humanos he visto yo reflejada tanta nobleza, tanta amistad y tanto sincero afecto como los que veo, todo el tiempo, en los ojos de ese perro del que tú has visto únicamente los colmillos.

Meses más tarde supe, por Ari, que el tal Gunnar, que él había traído a mi casa se había fugado después de haber cometido un desfalco de varios millones de coronas a la empresa internacional en la que trabajaba.

Mi perro “Max” había sabido, nada más verle, que aquel tipo no era una persona honesta.

(Copyright Andrés Fornells)