¿LE IRÍA MEJOR A LA GENTE SI NO CREYESE EN LOS REYES MAGOS?
¿LE IRÍA MEJOR A LA GENTE SI NO CREYESE EN LOS REYES MAGOS?
(Copyright Andrés Fornells)
Era un país que mantenía vigentes costumbres, creencias y fantasías muy antiguas. En ese país los padres les decían a sus hijos, para ilusionarlos, lo mismo que sus padres les habían dicho para ilusionarlos a ellos:
—Si eres bueno y obediente todo el año, los Reyes Magos te traerán el día 6 de enero juguetes para que juegues con ellos y seas feliz. Pero si eres malo y desobediente, los Reyes Magos te traerán carbón que no podrás comer ni jugar con él.
La mayoría de los niños de ese país se esforzaban en ser buenos y obedientes pensando en la hermosa recompensa que podrían conseguir siéndolo. Y el día 5 de enero todos los niños de ese país seguían la tradición de poner sus zapatos en el balcón, junto a la chimenea o junto al fogón.
El día 6 de enero todos los niños madrugaban y corrían (la mayoría de ellos descalzos) hacia el lugar donde habían dejado sus zapatos. Y entonces, inmensa alegría para los niños cuyos padres tenían dinero para comprarles los juguetes que habían pedido, e infinita tristeza para los niños cuyos padres no podían comprárselos y con doloroso desengaño de su corazón, solo encontraban los viejos zapatos tal como los habían dejado.
En ese país que tenía establecida esa tradicional fantasía, todos los 6 de enero, había unos pocos niños felices y, unos muchos niños desdichados, estos últimos preguntándose con infinita amargura: ¿Por qué los niños que viven infinitamente mejor que yo, reciben encima magníficos juguetes, y yo no recibo ninguno cuando he sido un año entero bueno y obediente como el que más?
Quienes mandaban en ese país eran tan estúpidos que no se daban cuenta de que la mayoría de las personas que metían presas por haber cometido delitos, pertenecían al grupo de los que los Reyes Magos mostraban la desconsideración de no traerles nada. Cierto que a veces cogían preso a alguno de los que habían recibido estupendos juguetes, pero nunca era por haber robado un pan para quitarles el hambre a sus hijos, sino por haber estafado millones.
Por cosas así, yo soy uno que no lloraría si desapareciesen los Reyes Magos, Papá Noel y todos los demás engañabobos.