LA POBREZA NO LO CAMBIÓ (MICRORRELATO)

(Copyright Andrés Fornells)
Sobre un hombre que se había enriquecido ilícitamente cayó finalmente la justicia y le quitó cuanta riqueza había logrado robando, estafando y engañando.
Aquel hombre deshonesto acabó sin nada. Pero no cambió. Llevaba profundamente arraigado el vivir a costa de los demás, así que vestido con ropas viejas y sin afeitar, en la puerta de un próspero supermercado se colocó al lado de un hombre que representaba, por su aspecto esquelético, enfermizo, y su harapiento ropaje, la pobreza más absoluta.
Llegada la noche, cuando cerró el gran establecimiento comercial, el hombre deshonesto se retiró con los bolsillos llenos de monedas, mientras que su desdichado compañero pedigüeño sólo lo hacía con media docena de ellas.
La explicación a tan enorme diferencia en lo conseguido consistía en que el rico arruinado no se había redimido, y el otro mendicante era ciego y honrado.

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