LA PELIGROSA TRISTEZA (píldoras filosóficas)
(Copyright Andrés Fornells)
Queridos amigos, por si no lo habéis advertido, la tristeza tiene alas. Es un sentimiento que, al igual que los pájaros tiene el poder de volar. El pájaro tristeza encuentra sus ramas preferidas dentro del árbol de nuestra vida cuando deja de alimentarlo el optimismo. La tristeza puede soportarse. La tristeza no nos hace un daño irreparable mientras va y viene.
Lo fatídico, lo terrible, es cuando la tristeza anida en nosotros y no se va más, porque entonces su entretenimiento favorito es irnos matando poco a poco, igual como obran los venenos más crueles y eficaces.
Debemos combatir la tristeza. Se trata de una necesidad vital. El mejor antídoto para espantarla es abrirle de par en par las puertas a la ilusión, a la alegría. En cuanto le damos entrada en nuestra vida al antídoto, la tristeza pone a funcionar de nuevo sus alas, abandona su nido y vuelve a ser lo que fue al principio: un pájaro que va y viene sin hacernos un daño irreparable, mortal.
Practiquemos la sonrisa, recuperemos el ánimo y la ingenuidad. Miremos al cielo y si está despejado digamos que es tan hermoso como el mar, y si está nublado, encontremos en las nubes formas de dinosaurios, de elefantes, de angelitos… Bonito, ¿no?